Tras unas oposicones

Éstos son los sentimientos que me rondan tras participar en las oposiciones para profesorado de Enseñanza Secundaria convocadas por el Gobierno de Navarra.Incredulidad, al haber recibido mejor calificación en cuestiones en las que no tengo un dominio profundo que en otras en las que me he especializado durante la licenciatura o sobre las que estoy terminando mi tesis doctoral. Sobre estas últimas tengo varias publicaciones y comunicaciones en congresos que me sirvieron de base para redactar un tema de demografía que fue calificado con suspenso por varios miembros del tribunal, a juzgar por el justo aprobado que recibí.

Admiración, por encontrarme ante un tribunal que se atreve a pensar que es posible hablar de Ciencias Sociales sin hacer un recorrido por las cuestiones y discusiones teóricas que preocupan a los investigadores.

Indignación, por estar seguro de que algunos de los miembros del tribunal han intentado que no obtenga una plaza en estas oposiciones. Su falta de profesionalidad llega hasta marchar de vacaciones sin resolver las reclamaciones pendientes.

Indefensión, porque en este sistema de oposiciones los tribunales tienen una potestad absoluta para calificar a los aspirantes sin tener que justificar ante nadie los criterios y las razones de la calificación. No necesitan dar razones, ya que un tribunal de especialistas se puede permitir el lujo de no leer las obras especializadas y de no tener que argumentar su decisión. ¿Donde está la transparencia que debe estar presente en este tipo de pruebas?- Fernando Mendiola. Pamplona