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Las hormonas masculinas no le cambiaron

Nunca se sintió un hombre. Ya en su infancia disfrutaba vistiéndose con la ropa de su abuela y le preguntaba a su madre por qué le cortaba el pelo si le gustaba llevarlo largo. Lo que en la niñez era una insinuación, en la adolescencia fue una certeza. "Jamás me sentí un chico, iba vestida de chico", cuenta con amargura María Bandera.Durante bastante tiempo, sin que lo supiera, le administraron hormonas masculinas en el convencimiento de que recuperaría "la normalidad". No lo lograron. En 1984, a sus 25 años, cumplió su sueño. Pagó 1,6 millones, entró en un quirófano y se convirtió en mujer.

No se arrepiente en absoluto: "No me extirparon nada, simplemente me construyeron una vagina. Yo si antes hubiera podido rajarme sola, lo habría hecho. Siento envidia de esas adolescentes que con 15 ó 16 años pueden operarse. Mi consuelo es que ellas no sufren lo que hemos sufrido las demás, por eso mi huelga de hambre, porque todos somos humanos y tenemos los mismos derechos, consagrados por la Constitución. Se reirán de nosotras, pero aquí estoy yo para luchar por las más jóvenes".

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María trabaja como peluquera en una populosa barriada de Málaga. Está casada desde hace 12 años con un hombre heterosexual. Legalizó su matrimonio en Gibraltar, aunque su unión no es válida ante la legislación española. Hace un par de años intentó adoptar un par de niñas chinas de los orfanatos de la muerte. Fracasó. Su única opción era separarse de su marido y tratar que él las adoptara como heterosexual, pero descartó la idea.

Cuenta María Bandera que ha tenido que soportar burlas, insultos y hasta que le tiren fruta podrida. Está convencida de que no verá todos los cambios legislativos y sociales que desea que se realicen, pero tiene claro que su denuncia será al menos "un granito de arena".

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