Deporte de altura
Stevens Glover es de esas personas que ponen entusiasmo en todo lo que hacen, que no suelen ser actividades normales. Este inglés de Manchester, de 48 años, es patrón de barco especialista en arrastre de parapentes desde hace dos décadas, cuando probó en sus carnes la emoción de subir al cielo en un paracaídas tirado por una lancha en Francia. "Tuve un vuelo, y decidí hacer un curso y comprar algunos paracaídas", explica. El año pasado se trasladó con toda su familia a nuestro país, donde ha puesto un negocio en Mistral Beach, en Marbella.La decisión de su radical cambio de domicilio hay que buscarla sobre todo en el clima inglés, que sólo permitía practicar este deporte en verano. Los inviernos los dedicaba a alquilar un circuito de carreras para coches con radiocontrol, que vendió "porque quería hacer algo al sol", y confía en que este año pueda ofrecer el paseo en parapente durante todo el invierno.
Mientras repasa los paracaídas, Stevens asegura que se trata de una actividad muy segura: "En 20 años sólo se me ha roto la tela dos veces, y siempre en el momento en que se deja hinchar al aire y sin gente dentro". Para este inglés de aspecto bonachón, "da mucho más miedo estar en lo alto de una escalera. Si uno se cae se hace polvo, mientras que si se rompe la cuerda del paracaídas se aterriza suavemente sobre el agua". Durante los primeros 20 metros de altura se pueden hacer señales acústicas; a partir de ahí, hay todo un lenguaje con las piernas para elegir la distancia del mar a la que se quiere estar.
Son muchos los que demandan sus servicios en vacaciones: "Unos días 5 o 6 y otros más de 25". Los días más ocupados suelen ser los lunes o martes y los más tranquilos, los fines de semana. Recuerda que cuando empezó el paracaídas se enganchaba en la arena, y "había que correr bastantes metros hasta que era izado por la lancha. Ahora, una vez abierto, se sale desde la misma cubierta del barco, y se va soltando la cuerda poco a poco". De esto se encarga su hijo mayor, Neil, de 19 años, que siempre le acompaña. La máxima altura a la que se puede ascender es 80 metros, aunque hay quien prefiere ir a ras de las olas. Los precios por 15 minutos van desde las 6.000 pesetas en las primeras horas de la mañana, a las 8.000 pesetas a partir de las dos de la tarde.
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