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Miles de víctimas del seísmo de Turquía siguen sin casa un año después

El martes 17 de agosto de 1999, a las 3.02, un seísmo de 7,4 en la escala de Richter sacudió el noroeste de Turquía y causó cerca de 20.000 muertos. Un año después, aún bajo los efectos de la catástrofe, los turcos recordaron ayer a sus muertos celebrando una vigilia en la zona siniestrada. A pesar del tiempo transcurrido, 147.000 personas viven todavía en construcciones prefabricadas y otras 30.000 siguen en tiendas de campaña. Por si eso no fuera recordatorio suficiente, un nuevo temblor, esta vez sin víctimas, se sintió a primera hora de la tarde en Kastamonu, en el norte del país.

Fueron numerosas las personas que se reunieron en la madrugada de ayer en la plaza de la República de Izmit, una ciudad industrial en la que el seísmo dejó 4.000 muertos y varios miles de heridos. A la hora exacta, la multitud guardó un minuto de silencio. A continuación, una ovación trató de conjurar la mala suerte reservada a la ciudad hace un año. Luego, los llantos se mezclaron con los gritos. "No os olvidaremos" o "Siempre estaréis entre nosotros", coreaban.Pero el dolor por los muertos no ocultaba el de las víctimas que sobrevivieron a aquellos 40 segundos fatídicos. El terremoto dejó sin hogar a por lo menos 600.000 personas y dañó 33.000 edificios, según un recuento oficial.

Un año más tarde, 147.000 personas viven aún en edificios construidos con elementos prefabricados y 30.000 en tiendas de campaña. Mientras tanto, en las ciudades afectadas por el temblor aún no se han borrado las huellas de la tragedia.

El Gobierno ha concedido las licencias para la construcción de 6.000 nuevas casas como parte del plan para vaciar los campamentos que se extienden por toda la región. Las cifras oficiales sostienen que el 90% de los ocupantes de esas ciudades de tiendas ha sido realojado. Pero la lista de espera para los prefabricados no incluye a aquellos cuyas casas se han considerado "poco dañadas".

Tal es el caso de Aydin Akcay. Las paredes de la vivienda que ocupaba junto a su mujer y sus cuatro hijos están cubiertas de grietas, pero los ingenieros han establecido que resulta segura para vivir. Akcay, de 35 años, dice que ya no puede afrontar una renta mensual, que se ha disparado. Por ello ha seguido viviendo en la ciudad de tiendas de Nazim Hikmet, cerca de Degirmendere; sin embargo, esta semana han conocido los planes para desmantelarla.

Los residentes de Nazim Hikmet o de Golcuk y los funcionarios de Degirmendere acusan a la agencia responsable de la asistencia a los afectados de limitarse a satisfacer al Gobierno, que considera ofensivas esas ciudades de tiendas. Los campamentos se han convertido en recordatorios de lo que muchos turcos ven como el fracaso del Ejecutivo en responder a las crisis económica y de vivienda que siguieron al seísmo.

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