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700.000 jóvenes invaden Roma para ver al Papa

Roma perdió ayer por unas horas su perfil laico para convertirse en capital del Vaticano, una ciudad tomada por religiosos y jóvenes católicos, (unos 700.000, según la policía) dispuestos a celebrar la XV Jornada Mundial de la Juventud, que inauguró solemnemente el Papa. Juan Pablo II, que apareció en excelente forma física, relajado y cordial, fue la gran estrella de la celebración, especialmente en la fiesta organizada en la Plaza de San Pedro, donde el anciano Pontífice recordó el despertar de su vocación y puso su experiencia como ejemplo ante una multitud que le escuchó devota pese a que la mayoría difícilmente podía entender su discurso leído en italiano.La jornada comenzó a las seis de la tarde y concluyó a las 22.00 horas, e incluyó el desplazamiento del Pontífice en papamóvil por las calles desiertas de la ciudad. Fue un paseo presidencial el de Karol Wojtyla, desde la plaza de San Juan de Letrán, donde dio la bienvenida a los jóvenes italianos, hasta la de San Pedro, donde celebró la ceremonia inaugural ante centenares de miles de peregrinos de todo el mundo.

En San Pedro, el Papa pronunció un largo discurso en el que puso a los jóvenes de los 159 países del mundo que le escuchaban su propio ejemplo biográfico como modelo de fe. Leyó casi como si improvisara, con la maestría de otros tiempos. Wojtyla mencionó sus recuerdos de infancia, el ambiente de la parroquia, en Cracovia, y de la familia, donde comenzó a adentrarse en la fe. "No puedo olvidar", dijo, "la experiencia de la guerra y los años de trabajo en la fábrica. Recuerdo también los años de la definitiva maduración de mi vocación, que se produjo en la II Guerra Mundial, durante la ocupación de Polonia", en 1946. "Mi credo sigue estando vivo en mi presente servicio a la Iglesia". Por ello, aceptó convertirse en Papa cuando fue elegido por el cónclave de cardenales el 16 de octubre de 1978, "pese a las grandes dificultades", precisó.

El Pontífice aguantó sin dar muestras de cansancio, y con la ayuda sólo de algún vaso de agua, una velada repleta de música, danzas, ofrendas a cargo de jóvenes con ropas étnicas, desfiles de enseñas, lecturas sacras y las intervenciones algo melifluas, en francés, italiano, español e inglés de cuatro jóvenes presentadores.

Juan Pablo II había dado inicio a los actos de la XV Jornada Mundial de la Juventud con un encuentro multitudinario con los jóvenes romanos e italianos. El Papa se permitió, incluso, algunas bromas sobre su edad. Cuando los jóvenes que coreaban su nombre gritaban: "Que viva el Papa", él respondió: "El Papa ha vivido ya 80 años".

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