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Reportaje:NUEVAS TECNOLOGÍAS

En busca de la casa inteligente

Sensores parlanchines

Los habitantes de una casa de Georgia (EE UU) viven desde el pasado 28 de abril bajo una vigilancia constante con cámaras, micrófonos y sensores de todo tipo. La experiencia recuerda a Gran Hermano, pero su finalidad no es satisfacer el morbo del público, sino mejorar el diseño tecnológico de los hogares. De hecho, nadie recibe directamente los datos que se recogen. Se acumulan en un ordenador que realiza muestreos estadísticos de los hábitos de los ocupantes para determinar cómo interactúan con los elementos tecnológicos del hogar y cómo la tecnología afecta a sus vidas. Unos sensores, colocados en el suelo y que distinguen cada habitante, detectarán la situación de cada persona y sus movimientos, otros sabrán qué objetos tocan, qué aparatos usan y de qué modo, cuándo y con quién hablan o cómo comen.El objetivo es diseñar hogares inteligentes: paredes que ejecutan las órdenes dadas por el dueño, sistemas que detectan la presencia y ponen en marcha los climatizadores o la luz, un ordenador central a modo de mayordomo que gobierna los elementos de la casa, llama al fontanero o al electricista cuando es necesario. Éstas y otras muchas posibilidades son ya realizables, pero se ignora qué utilidad real podrían tener. De ahí el interés por determinar modelos de actividad típicos de diferentes familias.

El Laboratorio Residencial del Instituto Broadband, perteneciente al Instituto de Tecnología de Georgia y dirigido por Nikil Jayant, es una casa de tres pisos y unos 500 metros cuadrados, dividida en dos partes, una que servirá para experiencias puntuales y otra que acoge a sus actuales residentes, un grupo de estudiantes. Más adelante, vivirá una familia y después, una persona de la tercera edad.

En este laboratorio tan especial se llevarán a cabo diversos programas. Uno de ellos, denominado Anciano en casa, pretende conseguir, mediante todo tipo de tecnologías, que las personas mayores puedan vivir solas e independientes en su propia casa el mayor tiempo posible. Los sensores permitirán detectar alteraciones de su comportamiento que puedan indicar algún problema, vigilarán sus constantes vitales y realizarán análisis médicos de forma automática, avisarán al médico en caso de crisis, realizarán las tareas del hogar y darán conversación al anciano.Otro de los programas, El hogar vigilante, intenta desarrollar los mecanismos electrónicos idóneos para convertir la vivienda en un espacio inteligente. Es lo que intenta la llamada "informática ubicua", caracterizada por la proliferación de pequeños sistemas de sensores y computación, totalmente imperceptibles por el propio usuario, que estarán distribuidos por el hogar, desde las paredes a las tuberías y que podrán funcionar autónomamente aunque bajo el control de un sistema central.

Otra de las posibles aplicaciones que se investigarán será la posibilidad de no perder nunca nada, esto es, dotar a los objetos de minúsculos emisores que permiten en todo momento saber donde están.

Los investigadores están desarrollando modelos de comportamiento humano para que los sensores y los sistemas conectados a ellos sean capaces de percibir gestos y expresiones faciales e interpretar su significado para lograr que la casa inteligente del futuro sea capaz de tomar sus propias decisiones. "El reto del aspecto humano es tan importante como el reto tecnológico", explica Chris Atkenson, uno de los investigadores. "La tecnología actual exige que la gente le diga al computador lo que tiene que hacer. La próxima generación ofrecerá ordenadores que comprendan lo que la gente hace y lo que quieren que el ordenador haga".

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