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LA OFENSIVA DE ETA

Atacado por segunda vez el caserío de un edil del PP de Durango

Comarca atacada

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El terrorismo urbano comete en menos de una semana medio centenar de actos violentos

El concejal del Partido Popular (PP) de Durango Juan José Gaztañatorre sufrió ayer un nuevo ataque de los violentos. Por segunda vez en el plazo de un año, un artefacto casero explotó en un caserío que posee en la cercana localidad vizcaína de Abadiño, aunque los daños fueron de escasa importancia y afectaron únicamente a la puerta de entrada al inmueble.El caserío, ubicado en un área rural aislada de Abadiño, cuyo acceso es dificultoso para quien no conoce la zona, quedó muy deteriorado el 22 de julio del pasado año a consecuencia de una bomba colocada por unos desconocidos. De hecho, desde entonces ha permanecido sin habitar, pendiente de una profunda rehabilitación. El ataque se produjo en la madrugada de ayer, a las 0.45, y, al encontrarse deshabitado, no causó ningún otro tipo de percance.

La violencia callejera prosiguió en esta zona de Vizcaya horas después. La oficina de Correos de Durango, situada frente al Ayuntamiento, quedó muy dañada tras haber sido incendiada por cinco encapuchados hacia la una de la tarde. Testigos de la agresión aseguraron que los violentos penetraron en edificio con porras, rompieron cristales, desalojaron a empleados y público y a continuación prendieron fuego al inmueble.

Estos dos actos de violencia callejera se producen en una comarca que está siendo especialmente atacada en los últimos dos meses por ETA y su entorno. Primero, fue el asesinato del edil del PP en Durango y compañero de Gaztañazatorre, Jesús María Pedrosa, el pasado 4 de junio, una acción terrorista que significó el inicio de la ruptura de los pactos municipales del PNV con Euskal Herritarrok, consumada esta semana con la invalidación del acuerdo en la localidad guipuzcoana de Ordizia.Otro concejal popular estuvo a punto de perder la vida el 26 de julio en Durango. Agustín Ramos Vallejo, que vive en esta localidad, pero es edil en Abadiño, se salvó sólo gracias a la pericia de su escolta. Éste cumplió la rutina de mirar los bajos del coche de Ramos Vallejo y vio algo sospechoso, que resultó ser una bomba lapa.

Durango ha vivido, además, estos días con especial ánimo los frenéticos hechos recientes en el País Vasco. A falta de la confirmación oficial por el juez que se encarga de la identificación de los cadáveres, dos de los cuatro miembros de ETA que murieron el lunes en Bilbao al explotarles los explosivos que transportaban son naturales de Durango y el pasado jueves hubo una manifestación de simpatizantes de la izquierda abertzale que acabó con enfrentamientos con la Ertzaintza. Esta localidad vizcaína ha estado plagada desde entonces con carteles, ikurriñas con crespones negros y otras señales de duelo por los activistas etarras.

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