El teatro de la memoria

Soy un forofo incondicional de Pablo de Santis. Desde hace tres años este escritor argentino nos viene proveyendo de novelas excelentes. La primera fue Filosofía y Letras, le siguió La traducción y, este año, El teatro de la memoria. Son historias que probablemente al lector le suenen a Bioy Casares o Borges, incluso a Wells. Pero no tanto por su timbre estilístico o filosófico como por el hecho de compaginar con envidiable acierto reflexión sesuda con juego narrativo. El resultado es, como sucede con El teatro de la memoria, una novela sumamente entretenida. Los personajes de De Santis son brillantemente convincentes, sus vidas están dibujadas con zonas de sombra tan inquietantes como reveladoras. Parece que el autor suramericano escribiera para que el lector entienda de una vez por todas que no es incompatible la calidad literaria con esa necesaria, a veces, huida de la sensibilidad y la inteligencia más exigentes a los cálidos mares del sur de lo fugaz.