_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Lógica

Ha ocurrido, ocurre, y si no se remedia seguirá ocurriendo. Cuando me dirigí al propietario de una vivienda rural que estaba siendo demolida por una enorme pala mecánica, para preguntarle si era consciente de que lo que estaba demoliendo constituía una auténtica joya del patrimonio arquitectónico "vernáculo" (propio, del país, autóctono) irrepetible, un clásico de la arquitectura popular erigida sobre gruesos muros de tapial (tierra apisonada entre encofrados de madera) magníficamente encalados y cubierta de teja árabe curva, con huecos proporcionados y bellísimamente enrejados, bien orientada (al Sur), protegida del sol por una enorme y generosa parra y perfectamente integrada en su medio ambiente, él me respondió: "Sí, sí me duele tirarla, la construyó mi bisabuelo con sus manos y la ayuda de sus vecinos; yo nací aquí, ¿sabe usted?, y mi padre, y el padre de mi padre, pero mis hijos dicen que ahora lo que conviene es construir una casa nueva, de hormigón y ladrillo, con cuarto de baño y cocina, en fin, una casa moderna". "Pero", le respondí yo, "para cambiar la distribución e incorporar aseo y cocina, y todo tipo de instalaciones tecnológicas actuales, incluso fibra óptica con acceso a Internet si usted quiere, no hace falta derribarla, sólo rehabilitarla, adecuarla a sus necesidades; además, seguro que por mucho aislamiento térmico que le ponga a sus paredes y techo no será lo mismo vivir y dormir entre muros de tierra que entre muros de ladrillo vitrificado, su confort, su calidad de vida, su equilibrio climático disminuirá". "No, si ya lo sé, seguro que usted tiene razón, no se lo discuto, pero no puedo convencer a mi familia, ¿sabe usted por qué me están obligando a tirarla para construir otra nueva? Porque dicen que una casa de tierra es casa de pobres y, aunque no seamos ricos ni nos sobre el dinero, nosotros ya no lo somos".Mientras pienso con amargura en lo que acabo de oír, totalmente pesimista en cuanto a la rápida extirpación de la ignorancia y a los prejuicios de clase, la pala mecánica se las ve y se las desea para conseguir acabar, definitivamente y para siempre, con un pedazo de nuestra auténtica y genuina historia. ¿Por quién doblan las campanas? Definitivamente, por ti, por todos nosotros. - Arquitecto.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_