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Tribuna
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Uno de los nuestros

El día 9 de agosto ETA asesinó al subteniente Francisco Casanova: ¡era uno de los nuestros! El día 8 había asesinado al empresario vasco, cercano al PNV, José María Korta: ¡era uno de los nuestros! Días antes habían asesinado al ex gobernador socialista Jauregui: ¡era uno de los nuestros! El concejal popular de Málaga: ¡era uno de los nuestros! y así podría seguir.Cada vez que la banda asesina atenta, quita la vida o crea terror y en todas las ocasiones en las que sus amigos de Jarrai atenta contra personas o bienes, creo que lo hacen contra "uno de los míos".

No me alegro de la muerte violenta de nadie. Creo firmemente que todos los hombres tenemos la vida como el derecho más sagrado y que eso implica también vivir en paz. Pero hay que dejar claro que en España, y en el País Vasco, no hay dos bandos enfrentados. Hay una parte minoritaria de fascistas -no un ejército de gudaris- que quieren imponer su ley por la fuerza, y una mayoría de españoles y vascos que quieren, desean y aman la paz. Hay unos que atentan y otros que trabajan. Unos que disparan y otros que construyen un mundo de libertad y diálogo.

Por eso, cuando Román Sudupe dice, refiriéndose a un nuevo mártir de la paz, que éste es uno de los nuestros, no sé a qué se refiere o, mejor, no quiero entender porqué para Sudupe ese atentado no es igual que el resto. Para mí es exáctamente igual a cualquier otro. Cuando matan a uno, acaban con un poco de mi mismo.

No nos podemos cansar de combatir a ETA desde el Estado de Derecho y con la razón y la fuerza que otorgan un corazón limpio y unas manos cansadas de trabajar por el bien de todos.

Pero es necesario que todos los que queremos la paz, construida desde el diálogo y la democracia, trabajemos por un espacio donde quepan todos los que no usen ni justifiquen la violencia, un espacio en el que estemos todos unidos y trabajemos "siendo los mismos".

En este país, desde 1978, en que se aprobó la Constitución, cada uno puede defender con la palabra lo que quiera, hasta la independencia o la reforma de la Constitución. Pero no podemos seguir con la cantinela de que ETA es el resultado del inmovilismo de nadie. ETA es una banda terrorista, con mucho de mafia, que con una técnica fascista quiere imponerse con la fuerza de las armas y contra la opinión de la mayoría de los españoles y de los vascos.

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El PNV haría muy bien en reflexionar y olvidarse del intento de usar a ETA, aunque sea subrepticiamente, para su logros políticos. El PNV no puede seguir en la dialéctica de la integración de los terroristas a través de la cesión a sus chantajes. Creo que debe realizar un nuevo análisis de la situación y alinearse -con renovación o sin ella- junto a aquellos a quienes les quitan la vida. No debe el PNV establecer divisiones entre unos y otros en el País Vasco.

Cada nuevo atentado de ETA debe suponer un paso al frente en la unión de los hombres y mujeres de buena voluntad, en la superación de las diferencias, y en la firmeza para decir: ¡Basta ya! ¡ No cederemos; aunque el siguiente sea yo!

Vicente Martínez-Pujalte es diputado del PP por Valencia.

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