Capitán de sueños de libertad
Por 9.000 pesetas por persona y día, David Soto hace realidad el sueño de surcar el Mediterráneo en un pequeño velero de lujo. Este venezolano de 31 años es el patrón del Friendzy-too, un barco de alquiler que tiene su base en el puerto deportivo de Marina del Este, en la costa granadina.El Friendzy-too no es el Bribón, pero quienes reclaman sus servicios tampoco aspiran a ganar la Copa del Rey de Vela. "La mayoría sólo desea satisfacer su espíritu de aventura. Sentir en su piel la sensación de libertad que da navegar en mar abierto sólo con la ayuda del viento", explica el patrón.
Y él es precisamente el encargado de que sus clientes no se sientan defraudados al volver a puerto. Soto lleva dos años residiendo en España y hace sólo uno que logró su título de patrón de embarcación de recreo. Pero su experiencia en el mar se remonta diez años atrás, cuando trabajaba en Isla Margarita como tripulante de cruceros por el Caribe.
Su experiencia es un grado, pero reconoce que no siempre logra que sus clientes lo pasen bien a bordo. Aunque él no es el culpable del fracaso. "El viento en esta parte del Mediterráneo es mucho más caprichoso que en el Caribe", explica. "A veces sopla tan poco que es imposible salir de puerto y, otras, tan fuerte que el mar está picado y la gente se marea nada más salir por la bocana del puerto".
El Friendzy-too pertenece a la escuela de submarinismo Club Nautique, para la que Soto trabaja. La clientela que suele alquilar el barco es heterogénea, aunque predomina gente joven o muy mayor. No obstante, el patrón venezolano detecta siempre una actitud común en ella: su deseo de colaborar en las tareas del barco. "Demuestran un gran interés por aprender las nociones básicas de navegación. Hay quien incluso llega varias horas antes de hacernos a la mar para que les expliquemos como funcionan los aparejos".
Club Nautique alquila el velero por días o, incluso, por una semana completa con patrón incluido. La ruta y las actividades las determinan quienes lo contratan. Aunque los gustos suelen ser muy similares: bordear la costa, tomar el sol en cubierta, parar en una cala recóndita, bucear, pescar y darse un chapuzón en aguas solitarias son las actividades preferidas.
En sus 12 metros de eslora y 3,5 de manga, el Friendzy-too alberga dos camarotes, un salón, una cocina y un baño. Su coste ronda los 15 millones. Cómodamente pueden viajar en él seis personas y el tripulante. Soto suele entablar amistad con sus clientes. No queda otro remedio en un espacio tan reducido. Aunque el patrón reconoce que es más fácil con los españoles. "Vienen muchos alemanes e ingleses, pero tienen otra disposición: se traen unas botellas de agua y se comen el bocadillo que les damos. Los españoles, por el contrario, se lo montan a lo grande y el viaje suele acabar en fiesta. Contratan el barco para un día y traen comida y bebida para una semana".
Soto admite, no obstante, que no es lo mismo navegar por placer que trabajar mientras los demás se divierten. "La responsabilidad es enorme, sobre todo cuando hay niños a bordo", explica.
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