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Tribuna:Viajes
Tribuna
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MICROCOMPRAS

En busca del mogollón

- The (andorranian) matrix. Andorra. Hotel. Repleto de portugueses. Vienen de Lourdes. Una señora me dice que está más contenta que una anchoa, que ya ha visto Fátima y Lourdes, los grandes santuarios europeos, si exceptuamos la casa de Gran Hermano. Eso último lo digo yo. Por lo bajini. Los portugueses, después de ver a la Virgen, se han ido a Andorra de compras. Cuando uno sale a la calle en Andorra, sea portugués o no, ve una carretera colapsada, tiendas y aceras colapsadas y el Pirineo colapsado de árboles. Uno no acaba de saber qué parte de todo ello es la realidad. Supongo que la más dadá. Es decir, el colapso no vegetal. En todo caso -y así rompo el hielo y empiezo a ir arreando, que el trabajo se me acumula-, hay una cosa cierta: Andorra aparece por primera vez en un documento en el siglo IX. No se vayan. - Andorra. Últimas tendencias. Pertenece a los condes de Urgell. Un conde de Urgell se la enfeuda al obispo de Urgell. Siglo XI. Igual es que, de pequeños, se sentaban en el mismo pupitre en el cole. Ni idea. En el siglo XIII, la soberanía del territorio la comparte el obispo y un noble transpirenaico. Con el tiempo, la soberanía del noble transpirenaico se transmite a la monarquía francesa. Francia renuncia a su soberanía con la Revolución. Napoleón se lo piensa y, además del título de emperador, adopta el de copríncipe andorrano. La última reformulación de la soberanía compartida es de finales del siglo pasado. En ella se establece un microestado único en el mundo. Con instituciones medievales, sustentado en el antiguo derecho feudal y con dos señores, un obispo y el jefe de Estado francés. San Marino, otro microestado, es la democracia más antigua del mundo. Andorra es el todo-lo-contrario-a-San-Marino más viejo del mundo. Los microestados son, se desprende, un lío. En 1993 la cosa se dotó de Constitución. A principios de siglo, un pollo se presentó en Andorra. Ofreció ideas para sacar aquel conjunto de aldeas pirenaicas de la miseria a cambio de que le proclamaran rey. Los andorranos alucinaron con sus propuestas -que consistían en la introducción en el biotopo de los conceptos casino, turismo y paraíso fiscal-, y lo proclamaron rey de Andorra, con el nombre artístico de Boris I. La aventura finalizó con tecnología española. El obispo de la Seu de Urgell envió a Andorra un par de guardias civiles, que mandaron parar. Supongo que lo hicieron despistados, desubicados y de memoria, pues no pudieron decir aquello de y-no-me-hagan-grupos, porque en Andorra sólo había cuatro gatos.

- Historia del ir de compras. Desde los años cincuenta, en los que Andorra decide ser el Pryca de los Pirineos, los españoles van a Andorra a comprar cosas que no existen en su país. Esas compras en el tiempo ilustran la historia de las carencias en la Península. El tema siempre ha sido ir a comprar a gogó y evitar que la Guardia Civil te pille en la frontera y te hiciera lo que a Boris I. La historia de los objetos con los que la ciudadanía ha hecho la pirula a la Guardia Civil ilustra la historia de un país yuyu. Así, por ejemplo, los españoles, en el tiempo, han ido a Andorra a buscar penicilina, nailon, vajillas de acero inoxidable, Duralex -lo cual indica, socorro, que España era un país tan cutre que no había ni vajillas ni vasos cutres-, discos de jazz, discos de chanson française, discos y libros prohibidos a secas, preservativos, píldoras anticonceptivas y pantalones Levi's. De los de marcar paquete, de manera que la inversión en anticonceptivos saliera rentable. Esta mañana a primera hora el tema inexistente en España era Marlboro a 200, güisqui a bajo precio, artículos de lujo y, no me pregunten por qué, paraguas. Son paraguas hechos en Asia. Tras la lluvia, en Nueva York, las papeleras están llenas de esos paraguas. No han aguantado la lluvia. De eso se desprende que esos paraguas no son paraguas. En Andorra quizás son la felicidad de comprar algo parecido a un paraguas, pero que vale mucho menos.

- Historieta de ir de compras. Cada día vienen autobuses de toda la Península con compradores de paraguas. Colapsan la carretera, colapsan las aceras y, luego, colapsan a su cuñada con regalos extraños, como un paraguas. Avanzan por calles y tiendas rotuladas en catalán. Andorra es el único Estado del mundo cuya única lengua oficial es el catalán. Son 60.000 habitantes. De los cuales 20.000 son andorranos, 27.000 españoles -andaluces y catalanes-, 7.000 portugueses, 4.000 franceses y 4.000 que no son andorranos, españoles, franceses o portugueses. En las calles de Andorra se escuchan todas las lenguas peninsulares. En plan buen rollo. Por cierto, nueve de cada diez taxistas portugueses opinan, en portugués, que Figo se ha equivocado. Pero sólo 20.000 personas -menos de la mitad de los habitantes- son ciudadanos. Lo cual es una metáfora. El mundo de las compras es muy raro. Todo el mundo puede comprar en todas las lenguas, pero no tiene derechos en ninguna. Mañana, otro sitio. Ci vediamo.

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