Josep Maria Argemí reivindica la literatura fantástica como género transversal en 'Els camins imaginaris'
Más allá de la apariencia
Osado en sus convicciones y prudente en sus comentarios, el escritor Josep Maria Argemí dice que el título de su último libro, Els camins imaginaris, que acaba de publicar Quaderns Crema, es un "título programático". Bajo este epígrafe, Argemí (Barcelona, 1965) ha reunido 10 cuentos en los que reivindica la literatura fantástica, entendida "no como un simple género", sino "como una manera de ver la literatura en general". A juicio del autor, un filólogo y licenciado en Derecho que hasta ahora había publicado otros dos libros de cuentos en la editorial valenciana Tres i Quatre, la de la imaginación es una tradición más en la literatura de todos los tiempos, una suerte de género transversal. Para justificarlo, explica: "Hay elementos fantásticos tanto en Homero como en La Biblia y en Chrétien de Troyes". Del mismo modo opina: "Si el realismo está bien escrito, puede entrar dentro de lo que yo entiendo como literatura fantástica". Y continúa: "Hay una literatura que se queda en la superficie y una literatura que va más allá de las apariencias, como por ejemplo la de Baroja".
La decena de cuentos que forman Els camins imaginaris provoca en el lector una sensación de inquietud trabajada a partir de un estilo elíptico y ambiguo. Las narraciones están enmarcadas en un pasado incierto, nunca en la sociedad urbana de hoy, y la mayoría de ellas se desarrolla en un ambiente onírico. Alguna está ubicada en un tiempo mítico que tiene ciertas resonancias bíblicas, como la que se titula Viatge al paradís, en la que cuenta las peripecias de un grupo de gentes amenazadas por la peste que huye de su tierra devastada en busca de un futuro y siguiendo la estela de un líder con aires de profeta. Otras están acompañadas de un apunte rural que, a ojos de los lectores urbanos, hace que los personajes parezcan más frágiles y las situaciones aún más fantasmales.
El estilo, clave en la "unidad" de los 10 cuentos según Argemí, obedece a una voluntad de permanencia entre la inundación constante de títulos que padecen las librerías: "La forma es lo que hace que un libro esté bien escrito", afirma con rotundidad. "Si el estilo no tiene la pulcritud necesaria, dentro de unos años, el libro se te caerá de las manos", agrega.
El autor pretende superar la barrera del costumbrismo y del simple comentario jocoso acerca de la realidad utilizando la receta de lo fantástico: "En la literatura catalana, y no lo digo por descalificar, la mayoría de las veces, lo que predomina es el hacer reír. Yo no me planteo hacer una literatura grave, sino ir más allá de la apariencia de las cosas, descubrir el lado oculto. En la literatura catalana, desde hace unos años, se produce un desequilibrio en estas cuestiones", explica quien echa de menos la tradición de la imaginación en la literatura catalana. "Dentro de la literatura catalana", explica, "hay dos autores que sí han incluido la épica y lo fantástico en sus libros: Ramon Vinyes y Josep Palau i Fabre". Del primero, Argemí lamenta el olvido en que ha permanecido durante años y años, aun a pesar de ser un autor referenciado por el propio Gabriel García Márquez. Del segundo observa: "Es más conocido por sus estudios sobre Picasso, pero sus cuentos son magníficos, mezclan ironía, erotismo, humor... Palau i Fabre tiene una manera fantástica de entender la literatura". ¿Y Pere Calders? "Él hacía humor de la obviedad, lo típico de la escuela de Sabadell. Creo más bien que su heredero directo es Quim Monzó y no me atrevería a decir que hagan literatura fantástica", concluye.
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