El chaparro de la Vega, un centro social al aire libre
Según cuentan en Coripe, los 1.700 vecinos de esta localidad sevillana tienen en El chaparro de la Vega su principal centro social. No hay boda, bautizo, onomástica, romería o reunión familiar que no escoja a este árbol, su entorno y su sombra, para celebrar su fiesta y solazarse.Dicen los que han estudiado a esta encina (quercus ilex), de la familia de las fagáceas, que tiene su tronco cuatro metros de circunferencia, y, en él, las huellas de más de 700 años de vida. Además (esto está probado), mide 14 metros de altura y, su copa, 30 metros de diámetro. Ya en algún concurso televisivo tuvieron los vecinos ocasión de probarlo cuando, todos, sin faltar ni uno, se colocaron bajo sus ramas y aún sobró espacio.
Está sano este chaparro de Coripe como una manzana. Pero eso no es óbice para que todos los coripeños lo mimen. Sabedores del valor ecológico que tiene y de lo que representa, -ha sido declarado patrimonio natural de Andalucía- "lo cuidan como a un niño", cuenta el alcalde, José María Carrascosa.
Situado en un entorno incomparable de la sierra de Coripe, en terreno público y a la vera del río Guadalporcún, afluente del Guadalete, mantiene su fronda intacta, sana e impecable.
La Vega, el paraje natural en el que se halla, dista tres kilómetros del pueblo. Y eso es bueno. Porque así estará más protegido. Aunque no lo necesita, ya que cada coripeño ejerce de guardián, vigilando que no lo dañe nadie. No tiene leyendas que acrediten su fama, ni tragedias colgando de sus ramas, ni declaraciones de amor en su corteza, pero en todos los pueblos de los alrededores (Montellano, Puerto Serrano, Morón de la Frontera, Algodonales...) saben de su existencia. El chaparro de la Vega de Coripe acoge a quienes llegan por allí a celebrar las romerías. La de la Virgen de Fátima, a mediados de mayo, es una de las más famosas.
"No hay ni un sólo visitante que no se quede boquiabierto cuando ve este árbol por primera vez", afirma, orgullosa, Rosario Cruz, la concejala de Cultura.
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