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Reportaje:VERANO SOLIDARIO

Vacaciones con la tribu mafá

Una ONG malagueña construye un molino y desarrolla un plan de alfabetización en el norte de Camerún

Un maestro y una monja españoles andan por estos días caminando las veredas montañosas de Ouzal, un poblado del norte de Camerún habitado por la tribu mafá en el que viven algo más de 6.000 almas. No se han ido para ampliar sus conocimientos de otras culturas, ni para tirarse un mes a la bartola, sino para evaluar un proyecto de cooperación y poner otro en marcha.Antonio Ruiz y Aurora Miñambe son veteranos de la solidaridad. Maestro de 43 años, Antonio lleva media vida trabajando sus vacaciones en beneficio de los demás. Es el responsable del programa de maestros populares que lleva la alfabetización a rincones aislados de Centroamérica, ha recaudado fondos para la rehabilitación de camaroneras de El Salvador destruidas por el huracán Mitch y ha contribuido a que cientos de niños saharauis pasen sus vacaciones en Andalucía.

Aurora es una monja ursulina, tiene 45 años y llevaba 14 en Camerún hasta que en octubre las amebas se le metieron en el cuerpo y le obligaron a hacer un paréntesis. Se vino a Andalucía, pero de descanso nada. Conocedora de las necesidades de las tribus del norte, convenció a Antonio para construir un molino en Ouzal. Era una instalación simple, que apenas costaba 400.000 pesetas, pero que cambiaría la vida de las mujeres que cada día pasan unas dos horas moliendo mijo, alimento básico de su dieta.

A través de Ahimsa, una ONG de Vélez Málaga, pusieron manos a la obra y consiguieron los fondos para el proyecto. A principios de la primavera, el molino comenzó su lento y pesado movimiento.

Entonces surgió otra idea: ahora que las mujeres tenían más tiempo, podía ponerse en marcha un programa de alfabetización. Un maestro en Camerún apenas gana 3.000 pesetas al mes, así que no era un proyecto inalcanzable. "Merece la pena embarcarse en estas iniciativas porque con poco se puede hacer mucho", afirma Aurora.

A eso han ido ellos y otros tres miembros de Ahimsa, a evaluar los beneficios del molino y a dejar en funcionamiento el programa de alfabetización. De paso, intentarán abrir una línea de pequeños créditos para que los miembros de la comunidad puedan hacer realidad iniciativas que contribuyan al desarrollo local. Por norma de Ahimsa, palabra que en sánscrito significa no violencia, el viaje y la estancia corren por cuenta de cada voluntario. Los recursos de la organización son sólo para proyectos. Antonio aclara que los lugareños participan activamente en cada idea que se pone en marcha. De hecho, ellos han construido la choza donde se instaló el molino. Otras aldeas cercanas contaban con esta infraestructura, pero Ouzal, una zona más depauperada, carecía de recursos para instalarla. Ahora, ya es igual a los demás poblados.

El grupo permanecerá en Camerún hasta fin de agosto. Poco tiempo para ser los primeros proyectos que desarrolla en África, pero suficiente para empezar. Aurora dice que a veces siente impotencia porque es un continente olvidado, que espera reiniciar pronto su labor en cualquier país subsahariano y que por nada cambiaría esa vida. Puede que las amebas la forzaran a hacer un alto en su camino, pero ahora los mafás saben que no se olvidó de ellos.

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