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El Pentágono recomienda que Clinton apruebe el escudo antimisiles

Opciones abiertas

Estados Unidos se dispone a dar un primer paso hacia la aprobación de un nuevo y polémico sistema antimisil, una versión descafeinada de la guerra de las galaxias, ideada en los años ochenta por la Administración de Reagan. Según informaba ayer The Washington Post, el secretario de Defensa, William Cohen, tiene previsto recomendar al presidente Bill Clinton que inicie la puesta en marcha del proyecto, pero que deje a su sucesor -George Bush o Al Gore-, la decisión final de seguir con esta nueva estrategia militar que infringe todos los acuerdos de desarme firmados con Rusia. El Programa Nacional de Defensa de Misiles (en inglés NMD) contempla la creación de un escudo de protección contra los llamados Estados rebeldes: Corea del Norte, Irak, Irán y Libia, antes de que desarrollen una capacidad armamentística suficiente para amenazar el territorio norteamericano. Por ahora este sistema sólo le ha dado quebraderos de cabeza al Gobierno de Clinton: las pruebas técnicas han sido un fracaso, los rusos han amenazado con represalias si se modifica el tratado antimisil ABM y los republicanos han criticado con dureza la versión light de este programa que prefieren los demócratas. Según The Washington Post, Cohen tiene la intención de proponer una solución salomónica: empezar con las primeras obras (en este caso la construcción de un radar en Alaska) y dejar los detalles finales para el nuevo presidente. Clinton, con una capacidad de maniobra reducida por la campaña electoral y sus últimos meses de mandato, estaría a favor de esta solución intermedia.

La recomendación del Pentágono deja así todas las opciones abiertas al futuro presidente: seguir con el polémico sistema o dar marcha atrás, con una pérdida económica limitada. Supone también dejar en tablas lo que prometía ser el mayor enfrentamiento electoral entre demócratas y republicanos en temas de defensa. Cohen debería comunicar sus recomendaciones esta semana al consejero de Clinton en temas de seguridad, Sandy Berger, que elaborará sus conclusiones finales cuando reciba otro informe, esta vez de los servicios de espionaje. Este documento hace una valoración de la amenaza actual que representan los Estados rebeldes y las repercusiones militares, sobre todo en China y Rusia, que supondrá la puesta en marcha del NMD. El Gobierno de Clinton también deberá sopesar las consecuencias diplomáticas de su nueva estrategia de defensa, incluso entre sus propios aliados que han criticado sin reparos esta iniciativa.

Por ahora las primeras pruebas técnicas del NMD, que debería estar operativo en 2005, no han sido concluyentes. Dos de las tres pruebas realizadas este año han sido un fracaso. La última tuvo lugar el pasado 7 de julio y sus conclusiones deberían darse a conocer el próximo jueves.

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