Los jueces darán permisos a 100 presos tras el verano a cambio de que lleven 'parches antidroga'
Unos 100 presos llevarán tras el verano parches antidroga adosados en sus brazos para que los jueces de Vigilancia Penitenciaria puedan conocer si durante sus permisos han cumplido la promesa de mantenerse alejados de los tóxicos. La idea de extender a 100 internos esta iniciativa se produce tras el éxito de la experiencia piloto desarrollada en junio con un recluso en Aranjuez y, más tarde, con otro del centro Victoria Kent. El juez de vigilancia José Luis Castro dio un permiso de seis días al interno de Aranjuez Agustín D. G. a cambio de que llevase el parche.
Freno psicológico
El interno del centro Victoria Kent, cuyo nombre no ha sido facilitado y que trabajaba de día e iba a la cárcel sólo para pernoctar, también accedió a llevar el parche antidroga durante seis días y gracias a ello ha conseguido obtener ya la libertad condicional (no tiene que ir a dormir a prisión). Tras sendos permisos, los técnicos analizaron los parches de ambos internos y comprobaron que no habían cambiado de color ni habían sido manipulados, signos inequívocos de que respetaron el compromiso de huir de las drogas.La iniciativa de colocar parches a los presos es pionera en España y está siendo desarrollada por el juez decano de Madrid, Fernando Fernández, y por el Servicio Interdisciplinar de Atención a las Drogodependencias (SIAD), que gestiona un programa de atención a los drogadictos que llegan detenidos a los juzgados de la plaza de Castilla y que subvenciona el Ayuntamiento de Madrid.
Berta Gordón, coordinadora de este programa, afirmó ayer que, tras el verano, habrá entrevistas en las cárceles con internos que reúnan un determinado perfil para hacerles partícipes de la iniciativa y, si lo aceptan, facilitarles parches antidroga. "La idea es localizar a 100 internos toxicómanos que, aunque hayan dado positivo al consumo en alguna salida de la prisión, estén próximos a la libertad y comprometidos en dejar las drogas", subrayó Gordón, quien asegura que ésta es una forma de "preparar a los internos para la vida en libertad". Y la iniciativa no se detendrá ahí: "una vez analizados los resultados de esos 100 internos, intentaremos continuar con el programa y generalizarlo a todos aquéllos que reúnan un perfil adecuado", afirmó.
Con este proyecto piloto, tanto el SIAD como el juez decano Fernando Fernández pretenden ayudar a los presos a combatir la tentación de consumir drogas y de robar para conseguirlas. "Se trata de favorecer el tratamiento ambulatorio fuera de las rejas de los internos que delinquen por su adicción a las drogas", explicó a El PAÍS el juez decano tras anunciarse la aplicación de esta experiencia piloto en el interno de Aranjuez. Muchos presos consumen drogas cuando salen de permiso. En su irrefrenable deseo por conseguir los tóxicos, roban o atracan para obtener dinero sin importarles los análisis de sangre a que son sometidos cuando regresan al penal. Sin embargo, los que acepten a partir del verano llevar el parche saben que, al término del permiso, éste será analizado en un laboratorio y se determinará si ha habido un consumo. Dar negativo significa, para el interno que se preste a llevar el apósito, la posibilidad de obtener nuevos permisos y de alcanzar antes que otros el tercer grado penitenciario (régimen de semilibertad) y la posterior libertad condicional.
"Creo que el parche tiene un efecto disuasorio y que actúa como una herramienta de control ante la tentación del consumo de sustancias. Es decir, permite al interno reflexionar antes de actuar de forma impulsiva", asegura Berta Gordón.
El juez que otorgó el permiso al interno de Aranjuez le puso dos condiciones: llevar adosado el parche y someterse al control de los técnicos del SIAD. El recluso de la prisión de Aranjuez reunía el perfil adecuado para ser el primer beneficiario de esta iniciativa, según explicó el magistrado en el auto en el que le daba seis días de permiso contra el criterio de la prisión y el fiscal.
"Es un interno que reúne todos los requisitos para obtener el permiso de salida. Todo su historial -señalaba el juez en su auto- comprende delitos contra el patrimonio ligados al consumo de tóxicos, está muy próximo a la libertad condicional y no constan responsabilidades pendientes". El juez recalcaba, además, que Agustín "goza de apoyo familiar y su conducta global es positiva, como lo demuestra el buen uso de los cinco permisos anteriormente disfrutados". Otra de las condiciones que impuso el magistrado para otorgar el permiso es que el interno fuese recogido y reintegrado al centro por un familiar. Con todo, la opción de llevar un parche adosado a la piel "es voluntaria", señala Berta Gordón. Y, por tanto, significa también aceptar que los técnicos de este programa (psicólogos y asistentes sociales) se entrevisten con la familia y con el propio interno y elaboren un informe psicosocial del entorno del recluso que contribuya a buscar salidas para curar su toxicomanía. Los resultados serán enviados al juez de Vigilancia Penitenciaria.
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