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El ex presidente indonesio Suharto será juzgado por robo y corrupción

El ex presidente indonesio Suharto, de 79 años, fue ayer formalmente acusado de corrupción por la Fiscalía general de su país. Pasa así de sospechoso a acusado de desviar 155 millones de dólares (más de 28.000 millones de pesetas) de fundaciones caritativas que gestionaba su Gobierno. El juicio podría celebrarse a final de mes y, aunque el presidente, Abdurrahman Wahid, dijo que le amnistiará si es condenado, sentarse en el banquillo será un duro castigo para quien dirigió con mano de hierro y nepotismo Indonesia durante 32 años.

Bancarrota

"Hemos entregado oficialmente a Suharto a la oficina del fiscal del Estado, por lo que deja de ser sospechoso por un delito de corrupción y ahora es oficialmente un acusado", declaró ayer el portavoz de la Fiscalía General indonesia, Yahya Yushar. Después de siete meses de investigaciones, la Fiscalía ha reunido pruebas que demuestran que el ex dictador indonesio desvió fondos por al menos 155 millones de dólares de siete organizaciones benéficas que estaban bajo su gestión. Suharto y su familia amasaron una billonaria fortuna -el actual presidente indonesio, Wahid, estima que ronda los 45.000 millones de dólares, más de ocho billones de pesetas-, pero la Fiscalía ha preferido limitar la cuantía del delito para asegurarse que podía llevar al ex presidente a juicio. En todo caso, el robo de 155 millones de dólares de las fundaciones caritativas ya podría, según fuentes jurídicas, acarrear una pena de hasta 20 años de prisión al ex dictador.De momento, la Fiscalía ha ampliado otros 20 días el arresto domiciliario al que está sometido Suharto desde el pasado mes de mayo. Los abogados del ex presidente indonesio reiteraron ayer que el estado de salud de Suharto le impide seguir un juicio. Argumentan que el ataque al corazón que sufrió el año pasado le ha dejado secuelas neurológicas irreversibles, amnesia y dificultades para expresarse, por lo que no podrá responder a un juicio. "Una persona que no puede expresar sus pensamientos no puede ser sometida a juicio", declaró a Reuters el abogado Muhamad Assegaf. Otro abogado del ex dictador, Juan Félix Tampubolon, afirmó a la agencia Efe que la Fiscalía "ha violado los derechos de Suharto y ni siquiera ha permitido testigos a su favor".

Suharto, pese a su enfermedad, ha negado siempre todos los cargos de corrupción y ha argumentado que no se llevó ni un céntimo durante su prolongado mandato. La era Suharto concluyó abruptamente el 21 de mayo de 1998. La grave crisis económica asiática, que en julio de 1997 hizo crujir las economías del sureste de ese continente, sirvió de espoleta para desatar masivas protestas estudiantiles contra el régimen.

Después de décadas de crecimiento sostenido, el desplome se llevó por delante la rupia (la divisa del país), dejó en bancarrota a empresas y entidades financieras, y arrojó a la pobreza a millones de indonesios. La crisis asiática no impidió que, en marzo de 1998, Suharto volviera a ser elegido presidente por otros siete años por el millar de miembros de la Asamblea del Pueblo, en su mayoría designados a dedo. Las protestas arreciaron, hubo más de un millar de muertos, algunos barrios de Yakarta, la capital, quedaron en ruinas por la virulencia de los enfrentamientos entre manifestantes y policías y, en mayo de ese año, Suharto puso fin a sus 32 años de mandato.

Al dimitir Suharto, su vicepresidente y hombre de confianza, Yusuf Habibie, tomó posesión como presidente indonesio e intentó parar toda investigación sobre los sucios manejos económicos de la familia Suharto. Pero Habibie perdió las elecciones el verano pasado y el actual presidente, Wahid, dejó claro que iba a dar vía libre a las pesquisas de la Fiscalía. Wahid se comprometió a amnistiar a Suharto si éste es condenado en el juicio por corrupción pero devuelve, al menos, parte de lo robado.

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