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Viajes

FORMULACIÓN DE LA COSA

En busca del mogollónGuillem Martínez

- Qué le estará pasando al probe Guillem, / que hase musho tiempo que no sale. La literatura de viajes consiste en un viaje, una búsqueda, y un pollo que viaja y busca. Hola. Yo soy el pollo ese, el viaje es por la Península, y lo que busco es la masa. O el mogollón. O mucha gente junta. No se vayan, que para explicarme, y como esto es una superproducción, voy a inaugurar otro párrafo. Alehop.- Queda inaugurado este párrafo. En verano, todo el mundo, a la que se descuida, se dispone en grupos gigantescos. Incluso las personas que optan por la soledad realizan esa apuesta en masa. ¿Por qué? Nadie habla de ello, de lo que se deduce que ese algo es un secreto compartido. ¿Qué secreto? Ni idea. Supongo que tiene que ver con el hecho de que todos somos relativamente iguales. De hecho, cuando estás entre muchas personas, acostumbras a encontrar algo entre esa gran persona colectiva que es la masa que te recuerda a ti mismo. Unas veces piensas que es algo bello; otras, que es algo terrible, y otras piensas en otra cosa. Cómo rayos, ¿cerré la llave del gas? La vida es, en fin, rarísima. Bueno. Me voy pitando a la búsqueda del Gran Secreto. Ándale-ándale.

- Martínez a la búsqueda de la masa. Estoy en Gotham City, pido un taxi y me voy a buscar la masa. Por la calle no hay nadie. La masa debe de estar ceporra. Zzzzzzz. Llego al aeropuerto. Nadie. Pillo un avión. Cuatro gatos. Llego a otra Gotham City. Nadie. Me voy a una estación de tren. Cojo, como su nombre indica, un tren. Vacío. Atravieso Castilla. Cuatro y el cabo. Llego a Ávila. Me cruzo con dos o tres ciudadanos de Ávila en cinco minutos. Tienen razón. Para ir en busca de la masa, esto empieza a parecer una estafa. Denme otra oportunidad.

- Ávila, què sais je? Pero, ya que estoy en Ávila, aprovecharé para tomarme un cortadete y explicarles lo que sé de Ávila. En Ávila a) se ubica uno de los mejores poemas del cosmos. Es la pera. Supongo que porque nadie sabe qué diablos significa. Escuchen y recítenselo a su vecina: "En Ávila, mis ojos, / dentro, en Ávila. / En Ávila del Río / mataron a mi amigo. / Dentro en Ávila". b) Los comuneros firmaron la Constitución de Ávila y la liaron. c) Carlos I hizo este solemne juramento: "Se llamará avilés en esta tierra al que más hábil es para la guerra" -no sé qué significa; trasladado a estos tiempos, es como si el rey fuera a Ávila y jurara: "Se llamará tas al yunque de platero"; si bien hoy es posible que el Abc dedicara un editorial a la cosa-. d) La calle principal se llama avenida de José Antonio, que traducido al alemán significa Doktor Goebbels Strasse. En otro orden de cosas, e) estoy en Ávila de paso. Así que cojo un autobús y me voy a mi primer destino. Piedrahíta.

- ¿Qué hago aquí? Piedrahíta es un pueblo castellano pequeño, simpático y particularmente hermoso. He venido para ver la casa de Somoza. La veo. Es la actual Casa de Salud. El palacio donde vivía una novia suya, la duquesa de Alba. Lo veo. Es el actual Inem. Y, ya puestos, la biblioteca del pueblo, en la que, snif, no hay ningún libro de Somoza. El lector que me haya seguido hasta aquí sin duda se preguntará quién fue Somoza. José Somoza -1781- 1852- , alias El Solitario de Piedrahíta, nació aquí. Crack liberal radical, escritor costumbrista con juego de piernas, fue autor de uno de los mejores sonetos de la liga siglos XIX-XX, en el que se describe cómo la luna va iluminando la desnudez de una señorita, algo que, según asegura un primo mío astrónomo, hace la luna de vez en cuando. El caso de la cosa es que, en los años treinta del siglo pasado, Somoza fue posiblemente el primer autor en castellano que utilizó la palabra masa. Primero empezó descubriéndola: en una corrida de toros en su pueblo, en la que aparece un forastero. Y lo linchan. Ningún personaje en concreto. Todos. La masa. En otra narración, la persona a punto de serle aplicado el mogollón-system es el propio Somoza. En esa historia Somoza, con un volumen de la Constitución de Cádiz y su criada -con la que, queda claro, hay rollete-, huye de los habitantes de su pueblo, que le quieren dar para el pelo. Somoza utiliza por primera vez -tachán-tachán- la voz "masa". La descubre en un pueblo pequeñito. Lo que induce a pensar que la masa/el mogollón son, a parte de una unidad de cantidad, también un estado de ánimo. Bueno. Esta noche ceno ternera avileña y mañana cojo y me voy a Segovia, donde les hablaré de un fenómeno de masas veraniego. La mentira. Suena raro, pero si estoy fino saldrá divertido.

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