_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Oiza

Pocos arquitectos han contribuido tanto como Francisco Sáenz de Oiza a la creación del Madrid contemporáneo. Ahora que ha muerto, me viene a la memoria la conversación que sostuve con él con motivo de uno de los muchos premios que le dieron. Entrevistar a una persona no es conocerla, sino tan sólo llevarse una impresión de su forma de ser. Pero una impresión que, por ser la primera, se confirma a menudo con el paso del tiempo.Sáenz de Oiza parecía un hombre malhumorado, pero yo descubrí enseguida que lo que le molestaba no eran las críticas, sino los elogios que se le hacían. Hablando de Torres Blancas, me contó que una vez había ido allí en taxi y el conductor le había dicho: "Así que vive usted en Fort Apache". Esta frase le gustó, y comentó que hay que hacer mucho caso de lo que dice la gente.

Cuando le dieron el Premio Príncipe de Asturias, dijo que él era un mal arquitecto. Estaba poco interesado en recibir plácemes por lo que había hecho. Y se preocupaba, en cambio, por lo que iba a hacer. El autor de algunos de los más notables, originales y bellos edificios del Madrid de hoy -Torres Blancas, el rascacielos del BBV o El Ruedo de la M-30, por no citar otros muchos en la ciudad- y en toda España no se mostraba en ningún momento satisfecho de su obra terminada. Pero hablaba con pasión de lo que estaba haciendo.

Oiza nació, en 1918, en un pueblo de Navarra, Cáseda, "en una casa de adobe", decía con orgullo. Y añadía que hay mucha gente importante que es de pueblo, porque son los que más tienen que esforzarse por salir adelante, mientras que los de ciudad lo tienen todo resuelto. Me impresionó por su forma de hablar, apasionada, un poco atropellada, como de quien tiene mucho que decir.

Me contó que se había aficionado a la arquitectura estudiando las lacerías hispanoárabes y su compleja técnica. "Quien no domina la técnica", replicó, "no tiene libertad de crear". Le pregunté cómo veía él la relación entre naturaleza y arquitectura. "El hombre domina la naturaleza", dijo, "pero no debe esquilmarla, sino aportarle lo que le falta".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_