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El magnate ruso Gusinski viaja a España de vacaciones tras anularse la acusación de estafa

Visto y no visto. Vladímir Gusinski, presidente del grupo de comunicación ruso Media-Most, encarcelado tres días en junio acusado de estafa, está ya con su familia en su lujosa residencia de la urbanización gaditana de Sotogrande. El fiscal retiró el miércoles todos los cargos por ausencia de indicios de delito, y levantó al magnate el embargo de sus bienes y la prohibición de viajar al extranjero, lo que éste aprovechó para poner tierra de por medio. La noticia fue recibida por los otros oligarcas como un buen presagio ante la reunión que mantendrán hoy con el líder del Kremlin para limar sus diferencias.

Vladímir Gusinski tomó la oportunidad literalmente al vuelo y abandonó Moscú el mismo miércoles, rumbo a España, donde residen su esposa Elena, sus hijos Stanislav, de ocho años, y Vladímir Danil, de tres, y su madre Lilia, de 80 años. Iliá, de 21 años, hijo de un matrimonio anterior, vive en Estados Unidos. Ayer por la tarde, el magnate, que dirige el mayor grupo privado de comunicación de Rusia, aseguró a través de su portavoz, Dimitri Ostalski, que no hará ningún tipo de declaraciones durante las dos próximas semanas en las que se limitará a descansar y reponer fuerzas. Aunque no estaba en arresto domiciliario, la situación de Gusinski en Rusia durante estos últimos días era precaria, con frecuentes citas para declarar ante el fiscal, con su casa embargada y con sus guardaespaldas desarmados, lo que le hacía temer por su vida, además de vivir con la preocupación de la posibilidad de tener que volver a dar con sus huesos en la cárcel moscovita de Butirka. Incluso le fue retirada la pistola que se le entregó cuando recibió una condecoración oficial.

Al parecer, la fiscalía proseguirá la investigación que tenía a Gusinski contra las cuerdas, y que se refería a la privatización de una compañía de televisión en San Petersburgo, pero sin que el magnate figure ya como imputado en el caso.

Cambio de suerte

La suerte del oligarca ha cambiado justo cuando se multiplicaban las especulaciones sobre la suerte de su grupo y, muy especialmente, de la cadena de televisión NTV, cuyas emisiones llegan a la mayor parte de Rusia, y desde la cual se hace un seguimiento de la guerra de Chechenia que crispa a Putin, que además se ve puesto en solfa cada semana en un programa en el que se caracteriza al presidente ruso en forma de muñeco del guiñol. Gusinski ha proclamado en repetidas ocasiones que es una víctima de una venganza personal del presidente Putin, que no respeta su deseo de ofrecer una información objetiva e independiente, aunque reconoce su error al hacer justo lo contrario en 1996, cuando puso su grupo al servicio de la reelección de Borís Yeltsin. En su opinión, aquellos barros trajeron estos lodos, que él identifica como una amenaza totalitaria que puede llevarse por delante las libertades democráticas.

Putin, por su parte, aunque ha hecho todo lo posible por desprestigiar a Gusinski, sostiene que no ha tenido nada que ver con los problemas del oligarca con la justicia, ya que afirma -sin que le crezca la nariz- que la fiscalía general es independiente en Rusia.

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Hasta ayer por la noche, no se había confirmado ni que la primera empresa de Rusia, Gazprom, se hubiera hecho con el control de la cadena NTV ni que un gran magnate occidental de la comunicación estuviese a punto de hacer otro tanto con el grupo Media-Most impidiendo así los supuestos intentos del Kremlin de ponerlo bajo su férula. Créditos multimillonarios que, según Gusinski, suponen sólo una pequeña fracción del valor de mercado de su imperio, y cuyos plazos de amortización sostiene que se cumplen escrupulosamente, están detrás de estas operaciones reales o supuestas.

El silencio de Gusinski deja en el aire muchos interrogantes, aunque su portavoz Ostalski calificó ayer como "basura" la información publicada por el periódico Kommersant -propiedad del oligarca ruso por antonomasia, el maquiavélico Borís Berezovski- de que la libertad del presidente de Media-Most ha tenido un precio: la promesa efectuada por éste de que la NTV y sus otros medios enterrarán el hacha de la guerra contra Putin, algo que niega la dirección de la cadena, que sostiene que no habrá cambios en la línea informativa.

Según el diario Kommersant, que cita fuentes de la Administración Presidencial, Gusinski ha estado negociando con el Kremlin durante una semana y, finalmente, "prometió suavizar la postura de la NTV respecto al Estado y Putin en persona", una promesa que supuestamente comenzó a materializarse en la cobertura de la actuación del presidente ruso la semana pasada durante la cumbre del Grupo de los Ocho que tuvo lugar en la isla japonesa de Okinawa.

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