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El refugio del 'father' Isidoro Un centro de franciscanos en Algeciras da cobijo a cuatro inmigrantes y sus bebés

La llegada masiva de los inmigrantes desde África es un problema de Estado, o supranacional, visto desde los despachos de Madrid o Bruselas. En el Campo de Gibraltar es un problema humano ante el que hay que remangarse y trabajar de inmediato. Los hermanos franciscanos se han dedicado a atender a los más necesitados durante siglos y, ahora, en Algeciras, dan cobijo a los inmigrantes. En uno de sus centros de tienen techo y comida cuatro mujeres subsaharianas y sus bebés, de entre dos y cuatro meses.Los ocho fueron interceptados por la Guardia Civil el pasado domingo tras cruzar el Estrecho de Gibraltar en patera. Ahora viven en un piso de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca, con televisión y pequeñas comodidades.

Las mujeres salieron hace meses de su país huyendo de la guerra y la misera. Caminaron sin descanso, algunas parieron en el camino y ahora sólo quieren recobrar fuerzas para seguir adelante. Su héroe es el hermano Isidoro, que, aunque viste pantalón y camisa, es recibido a su llegada como father, porque le han visto con su hábito gris.

El hermano Isidoro, que trabaja en Algeciras desde 1972, define certeramente la situación: "Desde que vino el boom este con los inmigrantes, no paramos". "Es que son las dos y las tres de la mañana y la Guardia Civil y la policía nos piden ropa y zapatos para los que llegan", subraya el religioso, que añade: "Ha habido momentos en los que no teníamos nada, entonces, gracias a los medios de comunicación la gente me ha mandado zapatos desde el País Vasco, Valencia... De todos lados".

No obstante, sus acogidos no suelen quedarse mucho tiempo. Ayer mismo se recibieron tres llamadas telefónicas procedentes de Jerez, Sevilla y Cádiz en las que distintas personas ofrecían sus casas para estas madres y sus hijos. También es frecuente que ciudadanos anónimos se presenten en los centros con agua, fruta o cualquier cosa que ayude.

La única certeza es que aún hay muchos por llegar y que su estancia en el centro de la Cruz Blanca es temporal. "Antes de irse, adonde se vayan, tiene que venir la policía y les hace un papel para confirmar sus datos". La apertura de los procesos de expulsión o devolución no implica ningún tipo de privación de libertad para estas personas. Aunque es la primera ocasión en la que cobijan a cuatro mujeres y a sus bebés, el franciscano asegura que en los últimos meses habrán pasado por este piso unos 50 inmigrantes necesitados.

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