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GREC 2000

Joan Font presenta en el anfiteatro del Grec su festivo espectáculo 'Maravillas de Cervantes'

De la mano de Andrés Amorós, la Compañía Nacional de Teatro Clásico inició meses atrás una nueva etapa marcada por el deseo de interpretar a los autores clásicos desde una óptica contemporánea y contar con la colaboración de directores de diferente procedencia y estilo. Uno de los primeros encargos de Amorós -reemplazado ahora por José Luis Alonso de Santos- consistió en pedir a Joan Font, director de Comediants, que pusiera en escena diferentes entremeses de Cervantes que él mismo había adaptado. Font aceptó y dio forma al espectáculo Maravillas de Cervantes, que se estrenó en marzo en Madrid y desde hoy y hasta el lunes se presenta en el Teatre Grec.

Espectáculo unitario

Hiperactivo, dando siempre vueltas a nuevos proyectos y acariciando aventuras de todo tipo, Font confiesa que nunca se había planteado llevar a escena a Cervantes; pero, como siempre que hace algo, se sumergió "profundamente, hasta el cuello", en esta nueva producción. Contó para ello con "libertad absoluta" y se impuso sólo una obligación: dar sentido al nombre del colectivo que le había planteado el encargo. Así, intentó formar una verdadera compañía, "un equipo", dice, con el que "hemos trabajado mucho, muy duro, y nos hemos divertido mucho". Tuvo en cuenta que fuera nacional -"hay actores de prácticamente todas las regiones y nos hemos propuesto hacer gira por toda España"- y finalmente se sometió a la premisa de hacer un espectáculo clásico, aunque leído desde la actualidad y sin renunciar a las nuevas tecnologías, a la maquinaria y la estética de Comediants, para hacer un recorrido "por el pasado y el presente hasta llegar al futuro".

En Maravillas de Cervantes intervienen 14 actores, que dan vida a cerca de cincuenta personajes. Son los protagonistas de los cinco entremeses reunidos en el montaje: La cueva de Salamanca, La elección de los alcaldes de Daganzo, El viejo celoso, El retablo de las maravillas y Los habladores. Font no quería hacer un espectáculo fragmentado, una sucesión de piezas, y utilizó este último entremés como hilo conductor para un espectáculo unitario. Los habladores se ha dividido en partes que se intercalan entre los otros textos y les dan cohesión. La sensación de globalidad la permite también el hecho de que Cervantes construyó una serie de personajes tipo que se heredan de un entremés a otro: el escribano, el sacristán y, especialmente, la criada, Cristinita, que en cada pieza se describen como diferentes ángulos de un mismo ser humano. Su caracterización es obra de Juan José Guillén. Él es también el responsable del vestuario y la escenografía del montaje, un contenedor que, a modo de caja de Pandora, se va abriendo para permitir la salida de los personajes.Font afirma que los espectadores de menor edad conectan perfectamente con esta historia "terriblemente amable y humana" a pesar de la enorme carga de crítica social que, sin renunciar a la comedia, le imprimió Cervantes. "Tenemos cuerda para rato", asegura el director, capitán de una extensa gira que probablemente se extenderá por Suramérica y Europa. En cada escala, Font ajusta el montaje a las características del teatro en que va a representarse. En el caso del Grec, le ha seducido la posibilidad de salirse de un teatro a la italiana. En noviembre le tomará las medidas a otro teatro barcelonés, el Victòria, que acogerá el montaje por espacio de un mes.

Redefinir el Lliure

Joan Font afirmó ayer que no le sorprendió la dimisión de Lluís Pasqual al frente del proyecto del Teatre Lliure. El director estuvo en el embrión del debate de lo que debía ser el nuevo Lliure. "Fue antes de que Maragall encargara el proyecto a Pasqual. Un grupo de gente en el que estaban, entre otros, Gelabert, Homar y Boadella nos pusimos en serio a pensar qué podía hacerse". El diálogo, añadió, se interrumpió y "en lugar de generarse una fuerza ha habido un aislamiento". Font observa "un deterioro general de las relaciones dentro del Lliure, con el exterior y con las instituciones", y habla de "una falta de ilusión, energía y estímulos" atribuible por igual "a todas las partes". El fundador de Comediants cree que, hoy por hoy, "el Lliure debe cuestionarse, redefinirse", y opina que la crisis servirá para "abrir un debate en serio".En declaraciones a la emisoria de radio Catalunya Cultura, el consejero de Cultura, Jordi Vilajoana, culpó ayer de la actual situación del Lliure a Pasqual Maragall ya que, en su opinión, se equivocó al "personificar" el encargo en Pasqual en lugar de hacerlo a un colectivo como la Fundación Lliure.

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