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La playa - E La Alberquilla

Naturaleza casi en estado puro

- Agua. Las calitas de Maro (Nerja) ya están trilladas. No son naturaleza en estado puro, pero guardan un cierto encanto semisalvaje. La lejanía de los grandes núcleos turísticos ha contribuido a preservarlas del aluvión humano. No están masificadas, aunque tampoco hay que imaginarse una playa desierta. Una de esas calas es La Alberquilla. Para llegar hay que hacer una cuesta que impone. El agua es limpia, casi transparente y sus condiciones higiénicas, inmejorables. No hay espuma, como suele ocurrir en otras zonas del litoral. - Arena. Es grisácea y gruesa. Se echa en falta donde rompen las olas, porque las piedras dificultan la entrada y la salida del mar. Se perdona por la calidad del agua y el paisaje que delimita la cala: una torre vigía de la época árabe medio derruida y un puñado de rocas que, recortadas sobre el horizonte, le dan un toque aún más agreste.

- Servicios. No hay ni duchas, ni puesto de socorro, ni chiringuito alguno para agasajarse con un café tras el almuerzo; los bañistas tampoco los echan de menos porque saben a lo que van. Aunque falta completar la autovía del Mediterráneo, con recién inaugurado tramo Frigiliana-Nerja, está más cerca. Queda casi en el límite con Granada. Desde Málaga se tarda más en llegar que a otras de la costa occidental, pero el chapuzón es una recompensa.

Mañana: Islote del Moro (Almería).

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