_
_
_
_

Uno de los pistoleros unionistas más sanguinarios del Ulster queda en libertad

Con la liberación de Michael Stone, el asesino lealista que disparó contra los asistentes a un entierro católico en 1988, el programa de excarcelación de los presos políticos que apoyan el proceso de paz irlandés llega a su recta final. A las medidas de gracia se acogen también el recluso del IRA Sean Kelly, responsable de la matanza en una pescadería de Belfast, y hasta 80 ex activistas republicanos y lealistas con delitos de sangre. Todos recuperan la libertad esta semana, cuando expira el plazo establecido en el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, sin que sus organizaciones hayan entregados las armas.

Más información
El hombre que atacó el cementerio
Maze, el entierro de un símbolo de represión

Más de 500 beneficiados

Stone fue recibido como un héroe al salir ayer por la mañana de la cárcel de Maze, a pocos kilómetros de Belfast. La comitiva que aguardaba en la puerta del penal, compuesta por cerca de un centenar de familiares y simpatizantes, estalló de júbilo al ver avanzar a uno de los más crueles asesinos lealistas. Stone, de 45 años, culpable de seis asesinatos y cinco intentos de asesinato, guardó silencio, pero transmitió a través de un colega su apoyo al proceso de paz.El compromiso con la línea política actual y el rechazo de la violencia son imprescindibles para beneficiarse de las medidas de gracia ofrecidas por el Gobierno británico y recogidas en el Acuerdo de 1998. El mensaje de Stone tomó fuerza horas después al declarar, en una conferencia de prensa: "Mi guerra ha terminado" o "este es un día de celebración para mí y mi familia, pero comprendo que hay gente en la comunidad nacionalista que vea mi liberación con enfado. La libertad de los presos republicanos también causará ira entre los unionistas. Lo comprendo pero no tengo palabras para aliviar el dolor". Sin llegar a retractarse de sus actos, Stone aportaba su granito de arena al proceso de reconciliación en Irlanda del Norte.

Con su salida de la cárcel, Stone da por terminada su guerra. En 1988 disparó y lanzó granadas contra los cientos de asistentes al entierro en Belfast de tres activistas del IRA, abatidos en Gibraltar por los servicios secretos británicos. Las cámaras de televisión filmaron su acción que dejó un saldo de 60 heridos y tres muertos. Parte del cortejo se lanzó en su persecución. Stone escapó con vida gracias a la policía del Ulster.

El hombre excarcelado ayer defendió entonces que los dirigentes del Sinn Fein Gerry Adams y Martin McGuinness eran el objetivo de su ataque. Ayer señaló que McGuinness estuvo en dos ocasiones en el punto de mira de sus atentados. Ante el juez respondió de un total de 35 delitos, incluidos seis asesinatos y cinco intentos de asesinato. De su pena de 700 años de prisión, sólo ha cumplido 11. El líder del Sinn Fein, Gerry Adams, aseguró ayer que la liberación de presos es una parte esencial del proceso de paz. "Esto es doloroso para muchos, incluidas las familias de los presos y aquellos que fueron sus víctimas".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Igual suerte corren esta semana unos 80 ex activistas lealistas y republicanos. Entre ellos, recupera la libertad Sean Kelly, responsable de la bomba en una pescadería de Belfast que, en 1993, mató a nueve personas, incluida una mujer embarazada y una niña. Kelly también falló en su atentado que, de acuerdo con sus declaraciones, se dirigía contra un notorio paramilitar lealista.

James McArdle, fue sentenciado a 25 años por colaborar en el atentado con bomba en el barrio londinense de Docklands, que en 1996 marcó la ruptura de la tregua del IRA. Tan sólo cuatro años más tarde sale de la cárcel de Maze en virtud del Acuerdo de Viernes Santo. La última fase de la amnistía parcial afecta a unos 80 presos culpables de delitos de terrorismo, que recuperan la libertad dos años después de refrendarse el acuerdo y sin que se haya llevado a cabo el desarme de sus respectivas organizaciones. Con ellos concluye el programa de remisión de penas del que, en los dos últimos años, se han beneficiado medio millar de reclusos paramilitares cuyas bandas mantienen el alto el fuego. Los colectivos de presos jugaron un papel fundamental en la declaración de treguas de las bandas armadas y, posteriormente, en la aprobación del Acuerdo de Viernes Santo. Su excarcelación está condicionada a la renuncia absoluta a la lucha armada.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_