El desafío de la estrella portuguesa
Figo espera ser uno de los pocos que marquen época en el Barça y en el Madrid
Luis Filipe Madeira, Figo para todos, consumó ayer con su fichaje por el Real Madrid el desafío pirueta de una carrera profesional en pleno apogeo y que inició hace diez temporadas cuando debutó en Primera con el Sporting de Lisboa. Se trata de convertirse en uno de los pocos jugadores que puedan marcar época tanto en el Barça como en el Real Madrid.Hijo de la periferia lisboeta, nació en San Jorge de Arroyos el 4 de noviembre de 1972, es el abanderado de los chavales que han devuelto el orgullo al fútbol portugués y que empezaron a despuntar ganando el Europeo sub 16 y el Mundial sub 20 en 1989 y 1991.
Llegó al Barça en 1995, con 22 años y la difícil misión de suplir al admirado danés Michael Laudrup, que al igual que él ahora, había recalado en el Real Madrid. Cruyff apostó por el portugués y el Barça pagó 350 millones por su traspaso aprovechando que el fútbol italiano le vetó por duplicidad de contrato con el Parma y la Juve. En Barcelona, junto a su mujer, la modelo sueca Helene Swedin, y su hija, Daniela, ha estado cinco temporadas. Gracias por un igual a su prodigiosa derecha, a su regate, a su verticalidad, a su determinación para jugarse el uno contra uno o para pedir el cuero en los momentos cruciales, a su laboriosidad, a un altruismo que genera constantes y medidos centros y asistencias y a su encanto y sencillez personal, Figo se convirtió en un ídolo, en el capitán cuando Guardiola no estaba sobre el césped. Las dos Ligas, las dos Copas, la Recopa y la Supercopa de Europa o los 30 goles obtenidos en 172 partidos de Liga se quedan en nada al lado de la estima que generó en la grada del Camp Nou. Un carisma que, junto a sus sensacionales apariciones en la selección portuguesa, le han convertido en una gloria nacional: el Nobel José Saramago llegó a decir que se considera el Figo de la literatura y el Gobierno de su país confió en él para apoyar la Expo y reivindicar la celebración de la próxima Eurocopa.
Elegido por los entrenadores como el mejor jugador de la pasada Liga, Figo aceleró en la Eurocopa su carrera de fondo para convertirse en el mejor jugador del mundo -fue quinto en la elección del último Balón de Oro ganado por Rivaldo-, aunque acabó de mala manera tras la derrota ante la Francia de su más acerado rival, Zinedine Zidane. Pero ni aquel episodio ni su propensión a protestar -ha visto 55 tarjetas amarillas y tres rojas en cinco Ligas- han restado un ápice su carisma, el mismo que le convirtió en el banderín de enganche en remontadas imposibles como la del Barça ante el Chelsea o la de Portugal ante Inglaterra. Un jugador que marcaba época en el Barça y que espera hacerlo ahora en el Madrid.
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