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El portaaviones y la 'P47'

La política comercial de las dos factorías de buques difiere como la noche y el día. En Bazán -salvo el paréntesis en que se contrataron los transbordadores de aluminio para Buquebús y Trasmediterránea, un mercado prohibido para el astillero militar por la UE- el principal y casi único cliente es la Armada española. Frente al contrato cifrado y cerrado, con días exactos de entrega marcados y penalizaciones económicas por los retrasos que marcan el trabajo de AESA, Bazán, ejecutó el portaaviones Príncipe de Asturias (hace siete años) mediante el sistema de coste y costa: la empresa presentaba facturas parciales y la Marina las pagaba una a una y sin un presupuesto previo.

AESA-Cádiz, en cambio, ha llegado contratar obras que solucionaban holgadamente el problema de falta de pedidos y la subactividad pero que desde el momento de la firma prometían arrojar pérdidas. Este fue el caso de la P47, una de las plataformas construidas para la compañía brasileña Petrobrass, una obra de última tecnología, pero que arrojó pérdidas millonarias y que hasta hace pocos meses (se entregó hace más de tres años) mantenía flecos de cobro pendientes con la compañía estatal carioca.

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Las diferencias laborales entre las plantillas de AESA y Bazán condicionan el éxito de la fusión
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