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Un festival sin corbatas

Saintes es un festival con escaso presupuesto -cinco millones de francos (125 millones de pesetas)- al que acude un 30% de ciudadanos de la villa y la región, un 30% de la zona París-Burdeos, y un 15% de extranjeros, especialmente belgas. La euforia se ha desatado este año pues, por primera vez, han sobrepasado el millón de francos franceses por ingresos en taquilla, más o menos unos 10.000 espectadores, a mitad del festival. Están de puro entusiasmo un poco asustados, pues no quieren perder lo que Herreweghe llama la "dimensión humana del festival", el interés por la música y no por lo que está alrededor de ella. Se ven pocas corbatas entre los asistentes. "Es que aquí no hay casinos", dice una espontánea a modo de explicación. Mañana termina el festival con un tutto Bach, desde las Suites para violonchelo, con Christophe Coin, hasta la Pasión según San Mateo, dirigida por Herreweghe, unos días antes de que la interpreten en Santo Tomás de Leipzig, justo el día en que se cumplen los 250 años de la muerte de Bach. Herreweghe, director artístico del festival, está feliz. "Un festival debe cuidar el carácter festivo y su condición de servicio público", ha dicho. La verdad es que lo cumple al pie de la letra.

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Bach y György Kurtág protagonizan este año las Academias Musicales de Saintes
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