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Entrevista:BLANCA LLEÓARQUITECTA

"El agua, el aire, la luz y la tierra serán lo más valioso en arquitectura"

La arquitecta madrileña Blanca Lleó, profesora de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid, muestra a través de casi 100 fotografías, en la sede del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro (Alameda de Mazarredo, 71) y hasta el 31 de agosto, la arquitectura moderna. Esta exposición surgió de su tesis, dirigida por el recientemente fallecido Francisco Javier Sáenz de Oiza, y pretende mostrar a traves de la casa, vista como un sueño de habitar, como se titula la muestra, qué es la arquitectura moderna y cómo se ha ido transformando en este siglo. "La modernidad es un proyecto inacabado, eso me lo enseño Oiza", asegura.Pregunta. ¿Veía a Sáenz de Oiza como un modernista?

Respuesta. Oiza era un moderno hasta la médula. Para mí la modernidad implica un estado de permanente inquietud y curiosidad. Y Oiza lo tenía. Era un hombre muy inteligente, siempre con los ojos muy abiertos de una persona que vive su tiempo con una intensidad y emoción enorme.

P. Sin embargo, se asocia al modernismo arquitectónico más con la frialdad que con la emoción

R. Eso es un tópico que está devaluando lo moderno. La arquitectura moderna es emoción. Lo que pasa es que su banalización es cuatro pilares y un techo plano. Entender es amar y si no se entiende, quizá no se pueda amar la arquitectura moderna. No es normal que un ámbito de cultura como la arquitectura no tenga la atención de los ciudadanos, cuando es lo que más condiciona nuestras vidas.

P. Pero el interés hacia la arquitectura como arte ha crecido mucho...

R. Sí. Aquí en Bilbao, por ejemplo, el Guggenheim es una lección de arquitectura al alcance de todos. Eso es un logro enorme. Lo importante sería que, ya que hay ese interés por la arquitectura, que se extendiese hacia las casas.

P. ¿No es elitista la modernización?

R. Ése es el otro tópico. La arquitectura moderna nace como una solución social a los problemas de toda la gente, no de las élites, que son la arquitectura clásica de los frontones y los capiteles. Creer eso es quedarse sólo en una décima parte de lo que está ocurriendo en la arquitectura.

P. ¿Esas soluciones son sólo estéticas?

R. No, van mucho más allá. El lenguaje posmoderno ha hecho demasiado hincapié en lo estético y poco en todo lo demás. La modernidad no es una cuestión de detalles, sino de atender a las necesidades de las personas y dar respuesta a lo que quieren como forma de vida.

P. ¿Los cambios sociales influyen en la arquitectura?

R. Claro, tenemos que dar respuesta a todos esos cambios. ¿Cómo es posible que la arquitectura no pueda responder a situaciones como que los hijos se queden en casa, pero con vidas prácticamente independientes, por ejemplo? Y sería muy interesante que se implicaran promotores, organizaciones vecinales... para que se pudieran pensar nuevas formas de habitar las casas.

P. ¿También existe la globalización en la arquitectura?

R. Uno de los afanes de la arquitectura moderna desde sus inicios es encontrar soluciones universales. Pero en los 70 hay una reconsideración de que esto destruye las identidades. Se abre entonces un debate donde se hablaba del regionalismo crítico. No se trata de hacer un uniforme de acero, hormigón y cristal a la arquitectura moderna. Se da entrada a que cada lugar tiene su memoria, su tradición, y que eso es muy valioso. Llegamos así a este punto, donde la globalización existe, pero en el que también se valora muchísimo la diferencia. Cada uno busca su identidad y se siente vasco, o español, aparte de ser europeo, aparte de ser ciudadano del mundo. Y en la arquitectura pasa igual. Y todo ello forma esa complejidad irremediable de lo moderno que no se puede simplificar.

P. ¿Hacia donde va ese sueño de habitar?

R. Cada vez más valoraremos cosas esenciales como el agua, el aire, la luz, la tierra. Todas esas condiciones que parecen las de los hombres primitivos van a ser los componentes más valiosos de la arquitectura. La mejor casa es un volumen de aire, bien iluminado en el que yo pueda tener mi vida funcional, pero también espiritual. Será muy importante el tema de las comunicaciones, eso está claro. Las casas del futuro serán un oasis a la carta, con capacidad de comunicación con uno mismo y con el resto del mundo.

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