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La familia de Chillida dice que su museo será "una vuelta a las raíces"

Un hijo del escultor afirma que no puede imaginar Chillida-leku lejos de San Sebastián

La apertura al público de Chillida-leku, el museo que mostrará en una finca de Hernani, Guipúzcoa (en el límite con San Sebastián), la colección particular de Eduardo Chillida a partir de septiembre, será la escenificación de la vuelta del escultor a sus raíces. La familia de Chillida aseguró ayer que su deber es mantener la obra en la tierra donde nació el escultor. "No puedo imaginar Chillida-leku en otro lugar lejos de aquí", dijo uno de sus ochos hijos, Luis Chillida Belzunce.

Pili Belzunce, la esposa de Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924), fue ayer en Hernani la anfitriona en la presentación de Chillida-leku (El Lugar de Chillida, en castellano) en ausencia del escultor, retirado a un plano más discreto por motivos de salud. A las puertas del caserío de Zabalaga, una ruina cuando Chillida compró la finca en 1983, mostró el resultado de 18 años de trabajos para restaurar una construcción de tipo tradicional del siglo XVI y acondicionar el parque circundante. "Hasta a mí me deja asombrada el resultado", reconoció. "Aquí se entiende por qué en los años cincuenta Eduardo dejó París y volvió a trabajar a su tierra". La esposa de Chillida recordó ayer que su marido se considera "un árbol con las raíces aquí, en su tierra, y las ramas en todo el mundo". Por esa razón se quedó prendado del viejo caserío de la finca de Zabalaga y emprendió el proyecto de restauración con el arquitecto Joaquín Montero.

El resultado es un caserío tratado como si fuera una escultura. Su interior ha sido vaciado; una enorme puerta de cristal deja entrar la luz natural, y las vigas de madera de roble sostienen el edificio. Bajo el sol de julio, la visión de las esculturas de formato más pequeño que se exhiben en su interior es sobrecogedora. Alabastros, granitos, piezas en hierro y yeso y murales llenan la planta baja. En el piso superior se ve "el Chillida íntimo", la obra del escultor que no ha parado de dibujar en toda su carrera y las esculturas de su primera época. En una pequeña sala abuhardillada se han reunido las lurras (piezas de terracota) y las gravitaciones, piezas en las que Chillida introdujo el espacio en el dibujo.

En el parque que rodea el caserío, 12 hectáreas de terreno suavemente ondulado, se exponen unas cuarenta esculturas de gran tamaño. La colección variará, dejando que cada "obra siga su camino", según Belzunce. "Todas las esculturas están vendidas si queremos". Además, se organizarán exposiciones temporales sobre aspectos concretos de la creación de Chillida.

Luis Chillida aseguró que tratarán de mantener para siempre la ilusión de sus padres en el proyecto. "Queremos contribuir a que se entienda mejor su obra: en su tierra, en esta casa, en este parque y con esta luz", explicó.

El 26 de septiembre, Chillida-leku abrirá sus puertas al público, 11 días después de la inauguración oficial, con un concierto del Orfeón Donostiarra en San Sebastián. A partir de entonces los visitantes serán recibidos en un edificio de servicios de nueva construcción. Allí encontrarán una pequeña sala de audiovisuales y la biblioteca, que reunirá publicaciones sobre la obra de Chillida. También habrá una tienda de recuerdos. A diferencia de los herederos de Joan Miró, que recientemente se han negado a que se utilice la iconografía del artista en productos de consumo, Chillida no ha puesto reparos en que el museo venda pañuelos o paraguas que reproduzcan sus obras.

Chillida-leku será gestionado por la familia a través de una sociedad limitada a la que Eduardo Chillida y su esposa han cedido temporalmente la finca y las obras expuestas. Todavía no han calculado ni la previsión de visitantes ni el precio de las entradas.

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