Repertorio de riesgo, sonido pobre
Varias generaciones
Iron Maiden
Plaza de toros de Las Ventas. Precio: 4.500 pesetas. Miércoles, 19 de julio.
En el comienzo de la tarde-noche, la banda escandinava Spiritual Beggars intentó recapturar el antiguo sonido del rock duro. Rescatado de los años setenta, incluía el clásico órgano que utilizaron, por ejemplo, Deep Purple o Uriah Heep. Treinta y cinco minutos escasamente aprovechados, ya que el sonido fue muy confuso. Para apreciar a una banda que mejora en disco, interesante es escuchar el último, titulado Ad Astra. De Suecia también procede el quinteto Entombed; en su caso, durante cierto tiempo ejerció alguna influencia sobre el metal extremo europeo. Poco preocupado por la melodía y con un sonido igualmente defectuoso, Entombed tampoco pudo demostrar muchas cualidades.Pasadas las diez y media de la noche, un recinto prácticamente lleno daba la bienvenida al grupo británico Iron Maiden. Con la portada de su último disco como telón de fondo -la mascota amenazante sobre un Londres futurista-, el ahora sexteto atacó con el tema The wicker man. Iron Maiden ha sido siempre sinónimo de espectáculo en vivo, prácticamente desde sus oficiales inicios en los escenarios, hace de esto veinte años. Aparte de su novedoso ataque a tres guitarras -por lo menos en el régimen metálico-, tiene la vertiente atlético-vocal del recuperado Bruce Dickinson, las maestras líneas de bajo del fundador Steve Harris y el duro golpeo del batería Nicko McBrain.
En la actual gira, lejos de entonar uno tras otro los importantes éxitos de tiempos pasados, Iron Maiden entra a morder el recientemente editado Brave New World, un álbum que resume las virtudes de su metal tradicional de estructuras muy creativas. En ese sentido, por cierto, el citado trabajo gana enteros con cada nueva escucha. Quiere esto decir que el rock duro de la Doncella mantiene su legítima representación en el año 2000.
El estilo metálico -recuperado en Europa por nuevas formaciones de corte épico y lujoso en instrumentación- ha logrado con esta nueva fase de Iron Maiden un nuevo rejuvenecimiento del género. De hecho, muy jóvenes seguidores se dieron cita junto a veteranos que probablemente hablarían maravillas de la primera gira española del grupo, en el lejano 1982. Es lógico que la formación inglesa reúna a varias generaciones, porque ha escrito páginas imborrables con los pasos dados, especialmente en los años ochenta.Volviendo al desarrollo del concierto, el público se volcó con especial satisfacción cuando sonó Wrathchild, de un tiempo tan veterano que ni siquiera Dickinson estaba en la banda. Luego se dio paso a Two minutes to midnight con el mismo grado de efusión. Pero la verdad es que el sonido no se encontraba nada fino. La escasez de definición perjudicó a la calidad del concierto, aunque tampoco incidió mucho en un público que estaba entregado de antemano. La nueva pieza Blood brothers y el Sign of the cross de la vapuleada era Blaze Bayley (su vocalista de la segunda mitad de los años noventa) continuaron con un listado de temas que, probablemente, no era el que esperaban los fans.
El portavoz, Harris, ya advirtió de que Iron Maiden cree por igual en todo su material, y así lo demostraba en directo. El conciertol iba perdiendo capacidad de impacto, sobre todo comparado con los ofrecidos en la gira del pasado año, que fue un sencillo recordatorio de temas relevantes del pasado. A la hora de transmitir esta crónica, cuando todavía faltaba una buena racha final, Iron Maiden había arriesgado al máximo en el repertorio seleccionado y se tenía que conformar con un sonido que no estaba acorde con sus méritos y capacidades.
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