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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Relevo en Melilla

Es posible que el relevo de Mustafa Aberchan en la presidencia de Melilla, a la que fue aupado hace un año con el apoyo del GIL, no garantice la normalización política de esta ciudad. ¿Cómo hacerlo con unas fuerzas políticas atomizadas, repletas de tránsfugas y propensas a pactos nada claros entre ellas? Pero al menos se retoma el primitivo proyecto de gobierno de concentración diseñado después de las elecciones celebradas en junio del pasado año.La moción de censura contra el líder de Coalición por Melilla (CpM) ha puesto al frente del Gobierno de la ciudad al senador y dirigente de la Unión del Pueblo Melillense (UPM), Juan José Imbroda, candidato frustrado a la presidencia hace un año a causa del sorprendente y súbito cambio de los dos diputados del PSOE, que en contra de lo acordado por la dirección de su partido dieron el voto a la coalición formada por Aberchan y el GIL. Aberchan no ha podido neutralizar en esta ocasión el pacto acordado por la oposición (PP, PSOE, UPM y Grupo Mixto, que cuentan, entre otros, con dos diputados desgajados del GIL) para apearle de la presidencia de Melilla. Y ello a pesar de no haber hecho ascos a los métodos más arriesgados para evitarlo -atribuir una motivación racista a la moción de censura, reavivando el fuego de antiguas guerras de moros y cristianos- o dudosamente legales, como tratar de impedir por decreto el pleno de la Asamblea convocado para debatir y votar la moción de censura.

El pecado original del Gobierno de Aberchan nada tiene que ver con el color de los votos, como pretende el líder de CpM arrogándose la total representación política de la comunidad musulmana de Melilla. Es estrictamente político y estriba en su decisión de convertirse en rehén del GIL, pues no otra cosa suponía aliarse con una formación política que aportaba siete diputados sobre cinco de CpM. Y ello a sabiendas de que se trataba de un partido especialmente proclive a mezclar la política con los negocios de sus jefes, al que el PP y el PSOE, fundamentalmente, habían decidido cerrar el paso para impedir que extendiera sus dominios a ambos lados del estrecho de Gibraltar. El coste que ha tenido que pagar Melilla por aquella decisión de Aberchan ha sido un Gobierno inestable que ha sumido a la ciudad durante el último año en un estado de continuo desgobierno.

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