... Y Vallecas festejó el agua
Los vecinos celebran su batalla naval pese a que el municipio cortó la mayoría de bocas de riego
¡¡¡Agua va !!!Unas 600 personas desafiaron ayer la prohibición municipal y ladearon las trabas para, un año más, celebrar en Puente de Vallecas su peculiar batalla naval. Fue una fiesta con profusión de agua y remojos por doquier, a pesar de que la concejal del distrito, Eva Durán, ordenó cortar las bocas de riego de la zona elegida para este estival festejo, el bulevar de la calle de Peña Gorbea. Es la quinta vez que los vecinos desoyen el veto municipal a la fiesta. El calor incitaba a ello.
Los bañistas contaron con la leve presencia policial de un solo coche patrulla con dos agentes en su interior. Pero no hubo incidentes, aunque a los participantes les costó hallar el agua deseada. Tuvieron que andar más de un kilómetro para abastecerse.
La concentración vecinal empezó a la lorquiana hora de las cinco de la tarde, cuando unos 600 vecinos ataviados con bañador, biquinis o bermudas, se arremolinaron en la zona en busca del deseado líquido. Diez minutos más tarde, los organizadores optaron por desconvocar el acto para eludir la sanción que les podría acarrear incumplir la prohibición de la concejal. Sin embargo, la desconvocatoria surtió el efecto contrario y sirvió para iniciar la fiesta. A esa hora también conocían que en la plaza de la Constitución, otro lugar donde estaba previsto celebrar el remojón, tampoco tendrían agua. Como tuaregs del desierto y con la calorina de la siesta, los 600 vecinos comenzaron su deambular por la calle del Arroyo del Olivar pidiendo a gritos que les tiraran agua desde los balcones de las viviendas. "No nos mires, mójanos", jaleaban. Así llegaron hasta los aledaños del estadio del Rayo Vallecano. Allí esperaban hallar la preciada agua, pero no fue así: la edil también había cortado las bocas de riego de la zona. Tras una larga caminata, localizaron su oasis en el numero 100 del Arroyo del Olivar, frente a la piscina municipal. Entonces llegó el delirio, cubo de agua va y cubo de agua viene. Todo sin incidentes. Pero al final terminaron donde siempre quiso la concejal Durán, en el parque de Azorín.
La fiesta estuvo perfectamente controlada por los organizadores. Uno de ellos se quedaba de los últimos para ir cerrando las bocas de riego que se abrían a lo largo de la calle. Al final, unos operarios del área de Servicios del Ayuntamiento le ayudaban porque no tenía el material oportuno. Un operario municipal terció: "La fiesta está prohibida, pero, al fin y al cabo, también está consentida".
En el chapuzón general estuvo presente y también pasado por agua el concejal socialista Rafael Merino, quien anunció que presentará una queja formal en el próximo pleno por la prohibición de la concejal. "En los sanfermines hay mas desórdenes que aquí y no los suspenden por eso", se quejó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.