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La división de funciones en la ejecutiva del PSC ata a Maragall y a Montilla en decisiones clave

Enric Company

Con una precisión matemática, las previsiones precongresuales acerca del reparto de funciones entre Pasqual Maragall como presidente del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) y José Montilla como primer secretario del partido se han convertido en realidad. Para Maragall, la política en las instituciones, el mundo exterior. Para Montilla, el partido, el mundo interior. Sin embargo, esta división de funciones deja a Maragall completamente atado a Montilla a la hora de realizar operaciones como la coalición que encabezó en las últimas elecciones autonómicas.

El reparto se ha materializado en un documento, el reglamento de funcionamiento de la comisión ejecutiva. Lo aprobó la propia ejecutiva en su última reunión. Es la carta de navegación por la que deberán guiarse los miembros de la dirección. Dos de sus 36 artículos están destinados a fijar las competencias de la presidencia y la primera secretaría.Son breves y concisos. El articulo 10 dice que la presidencia del partido "asumirá la representación del partido". "Le corresponde el impulso de la política de cambio y progreso en Cataluña, la definición de los criterios de actuación en el Parlament y la orientación de la política en las Cortes Generales y el Parlamento Europeo. Es la interlocutora del partido con las instituciones". Éstos son, pues, los poderes de Maragall en el PSC.

El artículo 11 de este reglamento, dedicado a la primera secretaría, es más breve todavía. Dice que "impulsa y coordina la estrategia y la acción política del partido". "Es la portavoz cualificada de la comisión ejecutiva; coordina y dirige los trabajos de la comisión ejecutiva y es la responsable de las relaciones con otras formaciones políticas y fuerzas sociales".

Maragall adelantó dos días antes del noveno congreso del PSC, en una entrevista radiofónica, que ésa iba a ser la división de tareas. "A mí me toca tener una iniciativa de carácter más público y a Montilla poner orden dentro del partido y que todo sea como debe ser".

Coherente con esta situación, el reparto de despachos en la sede central del PSC, en la calle de Nicaragua de Barcelona, ha consagrado el nuevo orden. El primer secretario tiene su despacho en la planta noble del edificio, la cuarta, donde estaba, sólo que ahora ocupado por Montilla y no por Narcís Serra, y donde continúa teniendo también el suyo José Borrell. A esta planta se ha trasladado el despacho del secretario de organización, que antes estaba en la segunda.

La presidencia, en cambio, ha bajado hasta la segunda planta, donde están las secretarías de los grupos parlamentarios. Los portavoces del PSC aseguran que este cambio se debe a la exclusiva voluntad del propio Maragall, que ha querido tener cerca a los responsables parlamentarios. En este segundo piso está también el despacho de Josep Maria Sala.

Distinguir hasta qué punto la diferencia entre funciones "exteriores" e "interiores" es una cuestión de geografía o de entidad política sólo será posible con el paso del tiempo. El mes que ha transcurrido desde la celebración del congreso del PSC está marcado, sobre todo, por la preparación del congreso del PSOE, de cuyo buen resultado dependen también en buena medida las expectativas de los socialistas catalanes. Y a este asunto han dedicado su activísima atención tanto Maragall como Montilla.

La naturaleza de los retos que pretende superar el PSC, sin embargo, convierte en superpuestas las funciones que se han reservado para sí Maragall y Montilla. Si Maragall quiere volver a encabezar en las próximas elecciones autonómicas una coalición con Iniciativa-Verds y Ciutadans pel Canvi, por ejemplo, está claro que eso forma parte del "impulso a la política de cambio y progreso" en Cataluña que le atribuye el reglamento. Pero también está claro que una operación de este tipo entra de lleno en las funciones que Montilla tiene como "responsable de las relaciones con otras formaciones políticas y fuerzas sociales".

Los conocedores de la manera de actuar de Maragall aseguran que tiene un gusto especial por los organigramas complicados y con duplicidades de este tipo. La experiencia, no obstante, se refiere a la etapa como alcalde, un cargo dotado de poderes omnímodos en la estructura municipal. Las duplicidades eran para los otros, los concejales. Ahora son para él. Para haber sido proyectado como el gran líder del partido, no deja de ser una ironía. O, simplemente, una demostración de que, como tantas cosas en la vida, el PSC es de quien se lo trabaja. Y quien se lo ha trabajado durante los últimos ocho años es Montilla.

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