El atentado se enmarca dentro de una feroz ofensiva de ETA, con seis muertos en seis meses
La banda ha puesto en circulación 2.000 kilos de explosivos y ha colocado seis coches bomba
El atentado que ayer costó la vida al concejal del PP en Málaga José María Martín Carpena, de confirmarse la autoría a la que apuntan todos los indicios, se enmarcaría dentro de una durísima ofensiva de ETA. Desde que decidiera en noviembre del año pasado interrumpir la tregua que había declarado poco más de un año antes, la banda terrorista ha asesinado a seis personas y ha puesto en circulación cerca de 2.000 kilos de explosivos. Se trata de una de las ofensivas más duras y mejor planificadas de la década, en la que en un solo semestre la banda ha colocado hasta seis coches bomba.
La ruptura de la tregua sólo se hizo efectiva el 21 de enero de este año, cuando uno de esos coches bomba cargado con 20 kilos de dinamita acabó con la vida del teniente coronel Pedro Antonio Blanco, en el barrio de la Virgen del Puerto, en Madrid. Pero antes, a finales de diciembre, la Guardia Civil había conseguido evitar un atentado de consecuencias incalculables al localizar dos furgonetas cargadas en total con 1.700 kilos de explosivos. ETA no esperó para volver a matar.Casi exactamente un mes después, el 22 de febrero, la banda asesinó con un coche bomba colocado en Vitoria al portavoz de los socialistas vascos en el parlamento autonómico, Fernando Buesa, y al ertzaina que le servía de escolta, Jorge Díez.
Un nuevo coche bomba trató de matar, el 6 de marzo, a varios guardias civiles que viajaban en un vehículo blindado cerca del cuartel de Intxaurrondo, en San Sebastián, y logró herir a siete personas, dos de ellos guardias civiles.
ETA apuntó después a los periodistas. Primero fue, el 21 de marzo, un ataque con artefactos de fabricación casera contra el domicilio de los padres del resposable de la sección Vivir de El Correo. La explosión no produjo daños personales.
Pocos días después, el 27 de ese mismo mes, la banda envió un paquete bomba al periodista Carlos Herrera, de Radio Nacional, a la emisora de la cadena en Sevilla. El explosivo iba dentro de una caja de puros, aunque no llegó a estallar al ser detectado a través del escáner de la emisora.
Tras estos atentados frustrados, la banda optó por el tiro en la nuca. El 7 de mayo, José Luis López de Lacalle, de 62 años, histórico luchador contra el fascismo y miembro fundador del Foro de Ermua, cae abatido en la puerta de su casa cuando volvía de comprar los periódicos y el pan. Cuatro tiros en la cabeza acaban con su vida en Andoain (Guipúzcoa). López de Lacalle era columnista habitual del diario El Mundo.
La banda regresó entonces a uno de sus objetivos preferidos en los últimos años: los concejales del PP. El 4 de junio asesinó de un disparo en la nuca a Jesús María Pedrosa, edil popular en Durango (Vizcaya). Pedrosa, de 57 años, ejercía de portavoz de su grupo en el ayuntamiento y era militante del sindicato nacionalista ELA-STV.
Los últimos tres atentados de ETA, antes del que presuntamente realizó ayer, resultaron frustrados. El 25 de junio, la banda hizo explosionar un potente coche bomba en el barrio de Las Arenas, en Getxo (Vizcaya), una zona cercana a Neguri, el histórico barrio de la burguesía en el País Vasco. El 7 de julio, los terroristas intentaron asesinar en Ordizia (Guipúzcoa) al empresario hostelero Juan Bautista Rubio. Un fallo en el mecanismo de una bomba lapa colocada en los bajos de su coche impidió que su hija sufriera el atentado. El último golpe lo asestó en Madrid, el pasado día 12, cuando un coche bomba colocado en la céntrica plaza de Callao provocó nueve heridos.
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