Siete muertos por atentados con bomba en dos ciudades próximas a Chechenia
La guerra de Chechenia no termina en sus fronteras. El temor a atentados terroristas se extendió ayer hasta las cercanas Vladikavkaz (capital de Osetia del Norte) y Rostov del Don (en la provincia del mismo nombre). En el primer caso, una bomba casera colocada en el mercado central causó 5 muertos y 22 heridos. En el segundo, ocurrido en un supermercado, una granada segó otra vida. Entretanto, centenares de habitantes de las tres ciudades más importantes de Chechenia (Grozni, Gudermés y Urús Martán) huían por temor a una nueva ofensiva rebelde.
No hay pruebas de que los dos atentados de ayer tengan relación con el conflicto checheno, aunque los jefes guerrilleros han anunciado muchas veces que llevarían la guerra al corazón de Rusia. Hasta ahora, los boievikí no han reivindicado ninguna acción terrorista contra la población civil, y mucho menos la voladura de varios edificios en Moscú y otras ciudades que en septiembre pasado causó cerca de 300 muertos.Rostov del Don, de un millón de habitantes, es la capital del nuevo distrito del Cáucaso, uno de los siete creados por el presidente Vladímir Putin, que puso al frente del mismo al general Víktor Kazántsev, durante meses responsable de la operación antiterrorista. Pese a esa conexión chechena, las autoridades no descartaban que la acción estuviera relacionada con un ajuste de cuentas mafioso.
Vladikavkaz, de unos 300.000 habitantes, es la capital de la república caucásica en la que se encuentra la base de Mozdok, plataforma de los ataques federales a los rebeldes chechenos. La hipótesis inicial de que el atentado era obra de terroristas chechenos coexistía después con la de que se pretendía desatar un enfrentamiento entre cristianos y musulmanes. Ayer se festejaba a un santo que se pasó del islam al cristianismo. A unos metros del atentado se produjo otro, en marzo de 1998, que causó 58 muertos, y que se atribuyó a Jatab, lugarteniente del señor de la guerra checheno, Shamil Basáyev.
Mientras, fuentes del Estado Mayor ruso citadas por la agencia Itar-Tass aseguraban que los rebeldes se reagrupan en las montañas del sur para lanzar nuevos ataques coordinados. Hace una semana, cinco atentados suicidas con camiones bomba causaron más de 30 muertos, según los rusos, y hasta 490, según los independentistas, que aseguran que tienen preparados a más de 500 "combatientes del islam" dispuestos a perder la vida para expulsar a los invasores. El temor, apoyado en un llamamiento a la evacuación del presidente Aslán Masjádov, estriba ahora en que se produzcan ataques, incluso intentos de reconquista, contra Grozni, Gudermés (sede de la administración provisional) y Urús Martán. Por si la amenaza va en serio, centenares de civiles ponen estos días tierra por medio.
Las cifras oficiales de bajas admiten ya casi 2.500 muertos y más de 7.000 heridos, aunque los comités de madres de soldados multiplican el número por 3, lo que situaría la mortandad en cotas superiores a la anterior guerra (1994-1996). Afortunadamente para Putin, cada vez son menos contundentes las críticas occidentales a la marcha de la guerra. Hoy mismo, los ministros de Exteriores de la UE estudiarán en Bruselas una suavización de las tibias sanciones contra Rusia.
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