La muerte de Malevich y otros cadáveres
El mejor cartel de los sanfermines es un "rojo sobre blanco" de Kazimir Malevich titulado Aldeana, pero no ganó el concurso. No teniendo el pintor de Kiev idea de dónde caía Pamplona, mal podía concursar. Además, su Aldeana no habría gustado en la Pamplona cosmopolita de 1920. Y aún más: en la Pamplona de 1920, el rojo y el blanco no eran colores habituales. Por esta y otras incidencias, Malevich murió en la miseria.El cartel de los sanfermines de este año, pese a ser en tantos sentidos una refutación -seguramente involuntaria- de Malevich, juega con los tres colores de la Composición suprematista -rojo y negro sobre blanco- que, hace dos meses, Sharon Stone adjudicó a un japonés, por tres mil millones, en pública subasta. Si Sharon Stone, cuyo talento dramático para fingir desmayos debidos a una inaudita concentración de placer en un imaginario punto G es poco discutible, está subastando a Malevich, es que va a haber algo de cierto en los insistentes rumores sobre la muerte del Arte. Después de que Malevich pintase su Aldeana, Rodchenko abrió y cerró su exposición El último cuadro. Desde luego, el cartel de los sanfermines de este año (un pamplonica románticamente enfrentado, a lo Fiedrich, a un rojo infinito) da por liquidados los proyectos experimentales de las vanguardias.
En el ayuntamiento pamplonés, de signo conservador, el cartel ha gustado horrores. Ya el concejal que salió agraciado en el sorteó con el departamento de cultura había explicado su filosofía del arte: el arte, moderno, sí, pero que se entienda. Tenemos, pues, una filosofía decorativa del arte. Por eso el ayuntamiento ha rodeado muchas piezas escultóricas de los parques con un coqueto cerco floral. A los planos Malevich de Oteiza no les ha tocado todavía, pero todo se andará. Si es verdad que como dijo un espíritu feroz de la Bauhaus, el adorno es un crimen, los parques se están llenando de cadáveres (cadáveres aparte de los que hoy duermen la mona en la hierba más verde).
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