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Wall Street castiga a Oracle por una operación de espionaje a Microsoft

Las acciones del rival de Bill Gates caen un 14% en una semana

La nueva economía no se ha salvado de una de las prácticas más rancias del espionaje industrial: escarbar en la basura de la competencia. Este recurso, relativamente común en el competitivo mundo de Sillicon Valley, enfrenta desde hace un mes a dos grandes: Oracle, líder en programas de bases de datos, y Microsoft. Wall Street no ha visto con buenos ojos que la primera espiara a la segunda, y las acciones de Oracle han caído un 14% esta semana.

El presidente de Oracle, Lawrence Ellison, reconoció a finales de junio haber contratado a una agencia de detectives para espiar las actividades de tres instituciones presuntamente relacionadas con Microsoft, un asunto que degeneró en la cuidadosa inspección de sus papeleras. Desde entonces, las acciones de Oracle han caído en picado -un 14% en esta semana-, su número dos ha dimitido y muchos se preguntan si Ellison no se está convirtiendo en una nueva versión de su rival Bill Gates, fundador del gigante de la informática.Revolver basura ajena no es delito en EE UU mientras el contenedor no se se encuentre en propiedad privada. Oracle no ha infringido, en teoría, ninguna ley, y por ahora el enfrentamiento entre las dos compañías se ha limitado a violentas acusaciones verbales. Pero el suceso ha supuesto un serio revés para la imagen pública de Oracle, justo cuando acaba de sacar al mercado su último producto en comercio electrónico (Internet Application Server 8i). Ellison también ha asegurado que la salida de su número dos, Raymond Lane, el viernes de la semana pasada, no tiene que ver con el escándalo.

El asunto salió a la luz hace tres semanas. Microsoft acusó a su rival de intentar comprar el contenido de las papeleras de la Asociación para la Competencia Tecnológica (ACT), un grupo de presión de Washington vinculado al gigante informático y una de las voces más críticas contra la batalla antimonopolio lanzada por el Gobierno estadounidense. Una desconocida había tratado de sobornar a los empleados de la limpieza de este grupo de presión para que le entregaran los documentos que acababan en la basura con la esperanza de poder encontrar datos confidenciales. Uno de los empleados denunció la operación.

Una semana después, Oracle reconoció que había contratado los servicios de una agencia de detectives de Washington dirigida por Terry Lenzer, uno de los investigadores del caso Watergate, para demostrar que la ACT y otros dos grupos de presión (el Instituto Independiente y la Asociación Nacional del Contribuyente) no eran agrupaciones independientes, sino marionetas que Microsoft utilizaba para defender sus intereses contra los ataques del Gobierno e "influir en la opinión pública".

Ellison defendió ardientemente las acciones de su compañía. Llegó a asegurar que espiar a Microsoft era "un deber cívico". "Lo único que hicimos fue recaudar información y darla a conocer. Es un servicio público". Ellison aseguró que especificó a la agencia de detectives que no se infringiera la ley, pero que no estaba al corriente de los métodos empleados.

Microsoft contraatacó violentamente. "Lo inquietante es que Ellison trate de justificar sus acciones", aseguró un portavoz de la compañía, que recordó que Oracle también financia grupos de presión en Washington. El asunto podría pasar a mayores si se demuestra que la información sobre estos lobbies, que fue filtrada a The New York Times y a The Wall Street Journal -sin revelar su fuente-, no fue sacada de las papeleras, sino de dos ordenadores de la ACT robados en junio pasado.

Aparte de las repercusiones financieras para Oracle, la historia ilustra los escasos límites del espionaje industrial en Sillicon Valley. Según algunos estudios, las 1.000 primeras compañías estadounidenses pierden 45.000 millones de dólares (unos 7,8 billones de pesetas) al año por robos de información.

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