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Australia: el salto más largo

Hemos olvidado, según todos los indicios y a la vista de lo resuelto por el Consejo de Ministros, que entre mediados del siglo pasado y el final del primer tercio del actual, 50 millones de europeos (entre ellos tantos baztaneses forzados a soñar las Américas) saltaron el Atlántico en busca de una piel americana. Otros tres millones dieron el salto más largo para recalar en Australia, la Costa Fatídica. Hemos olvidado que, cuando el gran salto era voluntario, sólo se decidían a darlo los más audaces, emprendedores y aventureros de cada tierra: los que hicieron que allende los mares reverdeciera el comercio, se renovaran las artes, reviviera el entramado social.Cada mañana de los sanfermines, cuatro parejas de gigantes, acompañados de una corte de cabezudos, kilikis y zaldikos, recorren las calles de Pamplona. Cada una de esas cuatro parejas, que giran sobre sí mismas desde 1850, representa a un continente: Europa, América, Asia y África. Falta Australia. Quizá en 1850 Australia no estaba en nuestros mapas o el salto hasta la Costa Fatídica era demasiado largo para la imaginación de Tadeo Amorena, el artesano local que hizo los gigantes. Siglo y medio después, la omisión se justifica mal y reclama una reparación, máxime cuando Australia ocupa masivamente, año tras año por estas fechas, la Plaza de la Navarrería.

En la Plaza de la Navarrería, los hijos de aquellos audaces colonos que un día dieron el salto más largo, reclaman nuestra atención con el salto más corto de los sanfermines: el salto del ángel que va desde lo alto de la fuente de Santa Cecilia al suelo (unos tres metros). Todo ángel es terrible. Todo ángel espera que sobre el suelo de duros adoquines surja un mar fraterno de brazos que le acoja en sus olas. Pero a veces en la Navarrería remite la marea y un ángel queda malherido en el adoquín fatídico. Todo podría remediarse con el gigante que falta: con el homenaje y el reconocimiento debido a los hijos del salto más largo.

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