Velada
Ni la Virgen de los Ángeles asiste a la Velada que lleva su nombre en Cádiz. El Ayuntamiento, que no parecía saber cómo desprenderse de este acontecimiento veraniego, ya está atinando y da pasos de gigante. El concejal de Fiestas, Juan Antonio Guerrero, ha sacado un pliego de condiciones en el que le cobra a los feriantes el mismo canon que la Feria de Sevilla. Resultado: los chiquillos gaditanos se han quedado sin cacharritos. Las entidades de fuste ya no apuestan por esta iniciativa y la ubicación cambia cada año.Al principio, el concejal Carlos Mariscal -que, según decían las coplas, "le dio cobi" a los gaditanos- creó la caseta con una costilla de la Feria de Sanlúcar, que alquiló los entoldados y vendió la manzanilla. Después, alumbró las sevillanas. Las reticencias fueron muchas, pero la fiesta coló. Ahora, de pronto, la ciudadanía se amuralla. Fue la Peña Los Dedócratas, con Jorge Ayala al frente, la que recuperó, antes que el Ayuntamiento, la Velada de los Angelitos, un remedo de las de principios de siglo pero con buen gusto e imaginación.
Todo cambia y ya ni el propio PA considera la comarca del Campo de Gibraltar como la novena provincia, sino que para el XII congreso se incluye bajo ese epígrafe a la delegación catalana del PA. ¿Qué pensará el alcalde de Algeciras, Patricio González? ¿pedirán los andalucistas "la devolución" de Cataluña? Y en la misma semana, tres aniversarios: los 650 años del Arcipreste de Hita, de cuyo homenaje se encarga Francisco Arias y su Foro Libre; los 150 del Ateneo de Cádiz, que ha elegido a Ignacio Moreno nuevo presidente; y un aniversario con chispa: los 50 que cumpliría Camarón de la Isla, con exposición y vídeo.
A punto está de jubilarse el curso político. Todo tiene sabor a despedida. Rafael Román, presidente de la Diputación, ha entregado esta semana los sables a los números uno de las promociones de Infantería de Marina, Héctor Carrión, y de especialistas, Roberto Bravo, coincidiendo con la visita del Rey. "Desenvainadla con razón y enfundadla con honor", aconsejaba el jefe de la Casa de Román, Antonio Cabrera.
Quizás el ministro de Agricultura y Pesca, Miguel Arias, necesite un sable, porque se ha quedado como último defensor de El Álamo, que no es un fuerte asediado por los mexicanos del general Santa Anna, sino un pantano que no quieren los ayuntamientos. Han dicho que no, veladamente.
ANTONIO HERNÁNDEZ-RODICIO
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