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La inestabilidad política en Indonesia acentúa la debilidad de la rupia y hace temer una nueva crisis económica

La inestabilidad política en Indonesia, como consecuencia de los intentos de derrocar el Gobierno democrático del presidente Abdurrahman Wahid, acentuó ayer la debilidad de la rupia, que se depreció un 2%, cayendo hasta niveles de hace más de un año. La bomba que estalló el martes en las oficinas de la Fiscalía General del Estado, sin causar víctimas, y el nuevo artefacto explosivo encontrado y desactivado ayer en el mismo edificio avivaron la inquietud de los inversores. El fiscal general de Indonesia, Marzuki Darusman, apuntó al clan del ex presidente Suharto como responsable de la explosión que destrozó una planta de su oficina, en declaraciones que publicaba ayer el rotativo Indonesian Observer. "Esto es obra del viejo poder, que intenta distraer la atención de las verdaderas cuestiones", añadió el fiscal. La explosión de la bomba del martes se produjo después de que el hijo de Suharto fuera interrogado en las oficinas de la Fiscalía General por el mismo caso. El deterioro general del país, junto con la violencia sectaria en la islas Molucas y los problemas secesionistas en las provincias de Irian Jaya y Aceh, ha contribuido al deterioro de la rupia, que ayer por la mañana bajaba a 9,125 en relación al dólar, su momento más bajo desde marzo de 1999.

Suharto, de 79 años de edad, está en la actualidad bajo detención domiciliario por su supuesta malversación de fondos durante los años en los que presidió cinco fundaciones benéficas del Estado. La fiscalía anunció que presentará la acusación formal en los juzgado en agosto.

En mayo de 1999, el semanario Time detalló en un artículo el patrimonio del ex presidente, que ascendía entonces a 15.000 millones de dólares (más de 2,7 billones de pesetas). Indonesia vive una época de transición política que comenzó con la dimisión de Suharto en mayo de 1998, tras algo más de tres décadas en el poder, presionado por el descontento social y una ola de disturbios en la capital, y tras perder el apoyo de los militares y de su partido (Golkar).

A esta lucha por el poder se unen los efectos de la crisis económica asiática de 1997.

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