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El mal trago de Peñaflor

Carmen Morán Breña

Vecinos de un pueblo sevillano llevan un mes sin agua potable y la alcaldía pide ayuda desesperadamente

Peñaflor no ha tenido nunca problemas de sequía hasta el punto de tener que restringir el consumo de agua. Tampoco este verano, pero a media mañana las mujeres de esta localidad sevillana de 4.000 habitantes hacen corros en las calles para esperar al camión cisterna de Palma del Río que les llena las garrafas de agua. Mientras el pantano que les abastecía permanezca contaminado, la necesitan para beber y cocinar. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo están consumiendo agua con niveles de simazina superiores a los permitidos, pero desde la alcaldía sospechan que "de toda la vida". La simazina es un herbicida que usan los olivareros para que sus campos estén limpios y poder recolectar sin los molestos matojos. El producto se echa en otoño, antes de las lluvias. Los agricultores lo usan porque "desde Bruselas les subvencionan por no arar las fincas para que la lluvia no arrastre la tierra removida hasta los pantanos". Pero ha sido peor el remedio que la enfermedad, porque las precipitaciones primaverales han filtrado el herbicida hasta los arroyos y el embalse de Retortillo, que nutre a Peñaflor, se ha envenenado.

El 2 de junio el distrito sanitario del alto Guadalquivir dio la voz de alarma: el agua de Peñaflor registraba 4,1 microgramos de simazina por litro cuando el nivel permitido para el consumo humano no debe sobrepasar el 0,1. A día de hoy los niveles han bajado hasta el 0,2, pero las autoridades sanitarias no permiten levantar la restricción por ahora. El concejal de Sanidad, Manuel Montoro, dice que la OMS permite dos microgramos por litro.

El alcalde, Gustavo Contreras, está desbordado. No sabe qué Administración tiene las competencias, no entiende por qué distintos laboratorios ofrecen mediciones dispares... Sólo sabe que el pueblo lleva un mes sin agua para beber. Los concejales que gobiernan en coalición -cinco de IU, uno del PP y otro del PA- han decidido encerrarse en el Ayuntamiento hasta que alguien les eche una mano y las aguas vuelvan a su cauce. Pero, para colmo, el Ayuntamiento también está envenenado y los cuatro concejales socialistas de la oposición, que no se encierran, son, según el alcalde, los culpables de que el consistorio haya buscado una solución de emergencia que no es más que un paripé.

"Por presiones políticas", decidieron que el agua corriente que llegara a las casas para la higiene personal, regar las plantas, dar de beber al ganado, fregar, se obtendría de una toma de emergencia desde un canal de riego procedente de un pantano que hay más arriba del contaminado, el de Bembázar. Así que han montado un tinglado que trae el agua a las casas como chocolate, porque el tubo utilizado sólo proporciona 14 litros por segundo y el pueblo consume 20 en ese tiempo. Se vacía el depósito, se embarra, se vuelve a llenar...

Este agua que se utiliza para los menesteres antes citados puede venir directamente del pantano del Retortillo, aunque tenga altos niveles de simazina, pero, entonces, ¿por qué gastar dinero en montar la toma de emergencia, que además se queda corta? "Por presiones, políticas". Además, el agua-chocolate, es una mezcla del canal de riego y del pantano, dice el gobierno municipal. Sea o no así, lo cierto es que el alcalde solicita a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, dependiente del Estado, que autorice una obra para que el tubo que bebe del canal de riego tenga un diámetro superior. "Pero ellos dicen que no tienen medios para ello, y los técnicos de Obras Públicas que eso requiere un estudio, y consenso con la Confederación..."

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Desbordados como están, piden ayuda al Gobierno, a la Junta, a la Diputación de Sevilla. Que alguien haga algo. Para empezar, el camión de Palma del Río reparte agua cada día en las calles del pueblo. Y por ahora, gratis. Los vecinos no tendrán que pagar su cuota de junio. Pero, ¿de dónde procede este agua de Palma del Río? ¿Es un regalo envenenado? A saber. El alcalde sospecha que el agua de los pueblos colindantes tiene unos niveles semejantes a los de Peñaflor, y rechaza el agua del pantano de Bembázar porque, según cuenta, es vox populi, aunque falta demostrarlo, que también está contaminada por otras sustancias.

El ambulatorio de la localidad no ha detectado en la población más problemas que las típicas gastroenteritis veraniegas, aunque dice el alcalde que "algún médico asegura que la simazina puede acarrear enfermedades hepáticas". Por ahora, nada de nada. "Para tomar un gramo de esa sustancia habría que beber 10 millones de litros de agua", apostilla el concejal de Sanidad. Los vecinos dicen que la que están bebiendo es buena y "fresquita", pero se quejan del barrizal con el que riegan las plantas.

La Diputación ha pedido que la Fiscalía de Medio Ambiente investigue el origen de la contaminación del pantano que abastece a Peñaflor y que se depuren responsabilidades. Primero habrá que empezar por depurar el agua...

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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