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Tribuna
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Ganamos todos

La victoria tiene mil padres. La derrota es huérfana.Victoria de Ernesto Zedillo. El presidente mexicano aseguró que el voto fuese limpio y los resultados, aun en caso de derrota para su propio partido, respetados. Zedillo pasará a la historia como el presidente que confirmó la era de la democracia en México y consolidó la transición que la hizo posible. Los ciudadanos debemos agradecerle a Zedillo su conducta y protegerlo de los cuchillos largos de un Partido Revolucionario Institucional (PRI) amargado y vengativo.

Victoria de José Woldenberg y el Instituto Federal Electoral. Con puntualidad y rigor, respetaron e hicieron respetar las leyes de la elección. Gracias a Woldenberg y el Instituto Federal Electoral (IFE), se evitó la violencia en la contienda y se aseguró -hasta ahora- una transición pacífica.

Victoria de Cuauhtémoc Cárdenas por no haberse rendido a la seducción del triunfo, manteniendo, en cambio, un espacio propio para la izquierda, sin la cual, en circunstancias siempre cambiantes, la derecha puede creer que ha obtenido patente de corso. Cárdenas sostuvo una identidad y, en consecuencia, un territorio para la izquierda renovada que México requiere. La victoria de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal le da a la izquierda una oportunidad inmediata de medirse tanto contra el PRI en derrota como contra el Partido de Acción Nacional (PAN) triunfante.

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Victoria de Vicente Fox y de su tozudo empeño frente a desafíos que en su día parecieron insuperables. Victoria de Fox sobre las sombras y sospechas que le acompañaron y que el presidente electo trató de disipar en el discurso de su noche triunfal. Creo que todos los mexicanos aceptamos su mensaje de conciliación y apertura. Creo, también, que debemos mantenernos alerta para que las viejas tendencias clericalistas, homofóbicas, moralistas y misóginas del PAN no resurjan, sintiéndose autorizadas por la victoria.

Victoria de la democracia en la medida en que el voto se ha manifestado libre y abundante. Cabe, ahora, completar el cuadro del triunfo de la oposición en la carrera a la presidencia con el de las nuevas oposiciones -PRI y Partido de la Revolución Democrática (PRD)- en las legislaturas. Fox necesita Cámaras pluralistas y combativas para que la transición no se pierda, revirtiendo al modelo histórico -casi la ley de la gravedad- del autoritarismo mexicano. El llamado de Fox a la tolerancia y el diálogo no excluye, sino que reclama, lo mismo que al priísmo le tomó tanto tiempo aceptar: crítica, adversidad, libertad y pluralidad de opinión.

Victoria de todos. Por primera vez desde 1911, la oposición gana las elecciones en comicios libres y creíbles. El hecho es histórico. Confirmarlo exige de la ciudadanía más vigilancia que nunca para que las prácticas políticas correspondan a la voluntad democrática.

Victoria de Francisco Labastida en la paradójica medida en que su derrota obliga al PRI a pasar a la oposición y examinarse como formación política viable en un entorno democrático. Si un PRI resentido y vengativo recurre a su innegable presencia nacional para frustrar el ejercicio normal de la presidencia foxista, habrá cavado su tumba definitiva. En cambio, si los elementos democráticos y renovadores del PRI aprovechan la derrota para despedir a los dinosaurios, redescubrirán el capital y las dinámicas -políticas, sociales, defensa de la nación, impulso a la cultura- que le dieron legitimidad hasta 1960.

Victoria de dos tendencias opuestas y ahora convergentes de la historia de México: la tradición del cambio y la tradición conservadora. Ganó la elección la mayoría de votantes que estaba harta de los setenta y un años del PRI. Pero la ganó con las banderas de la tradición conservadora. ¿Cuánto durará el matrimonio? Hace casi veinte años predije -más bien, imaginé- a un presidente del PAN en mi novela Cristóbal Nonato. En ella, el presidente panista tenía que gobernar con la burocracia priísta. Tenía que soportar, además, la cargada de búfalos priístas cuya lealtad, instintiva y considerada, es siempre para el presidente en turno. Y tenía, por último, que darle la cara a los problemas duros y constantes de México: pobreza, población, salud, techo, educación, derechos humanos, ecología, corrupción, minorías...

Victoria de México si la nueva Administración, a partir del l de diciembre, da muestras claras de que quiere, sabe y puede resolver de manera novedosa y firme estos problemas. Lo hizo Roosevelt con el Nuevo Trato Norteamericano en los cien días de su primera inauguración. Lo hizo Lázaro Cárdenas entre 1936 y 1940. Ojalá lo haga Vicente Fox, a quien le van mis buenos deseos de éxito y felicitaciones por su indiscutible triunfo.

Carlos Fuentes es escritor mexicano.

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