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Tribuna:EUROCOPA 2000 | EL CUADERNO
Tribuna
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La convicción

Jorge Valdano

El fútbol se aprende jugando, pero la angustia y el estrés del profesionalismo atenúa (Francia, Portugal, España...) o aniquila (Italia) el placer lúdico. Si la proclama es ganar o morir, la valentía, el atrevimiento y la libertad creativa se convierten en frivolidades. José Antonio Camacho, herido por las críticas tras la eliminación de España, bramó su conclusión ante un micrófono: "Aquí, lo único que vale es ganar". Aquí y en el planeta entero. Quizá Camacho esperaba un reconocimiento por haber perdido con estilo y audacia, olvidando que, en el fútbol, sólo se corre en ayuda del que gana. Arrigo Sacchi, castigado por sostener una actitud crítica con respecto a la selección italiana, declaró que "al parecer, es mejor el transformismo oportunista y populista, antes que el riesgo de la impopularidad". La frase es un justo ataque a los periodistas que tienen terror a escribir contra la evidencia del resultado. Dicho esto, hay que reconocer que la Eurocopa 2000, nos dejó la sensación de que el buen fútbol no es utópico. Francia, Holanda y Portugal, cada una con dosis distintas de orden y libertad, dejaron la sensación de que es más fácil llegar a la eficacia eligiendo el balón como vehículo. A la opinión pública se la seduce ganando, eso no se discute. Que jugar bien es el mejor camino posible hacia el éxito, se sigue y se seguirá discutiendo. En todo caso el camino se elige por convicción, no para complacer a la opinión pública. - La mística ganadora

El fútbol holandés representa la buena conciencia del fútbol, como el catenaccio representa la mala conciencia. La diferencia es que a la escuela holandesa la sostiene el juego, y a la italiana el resultado. Ir a ver un espectáculo y colgar del estadio una pancarta que diga "¡¡¡Catenaccio!!!", es como ir a un hotel con Laetitia Casta y colgar del balcón una pancarta que diga "¡¡¡Castidad!!!". Hay que ser italiano (fútbol y patria), o muy mediocre, para aplaudir algo así. Hay un valor (con independencia del buen o mal fútbol), que Italia tiene desarrollado en una medida superlativa: la competitividad. No tiene que ver con el Catenaccio (siempre a parecida distancia entre la heroicidad y el patetismo), sino con una mística que ha endurecido también a 16 de los 22 jugadores de la selección francesa que pasaron por la exigencia de ese fútbol. Holanda tiene que fortalecer su estilo con otro espíritu para terminar su conquista. Lo de España es más complejo, porque todavía no empezó a construir un estilo.

- Las reglas y las excepciones

El norte también existe, pero juega bastante mal al fútbol a tenor de lo mostrado por Noruega (metros y metros de futbolistas), por Dinamarca (y su insoportable nostalgia por los Laudrup), y por Suecia (un híbrido sin gracia). Holanda es una excepción que sirve para ponerlos en evidencia, porque demuestra que partiendo de otros valores, es posible un fútbol menos físico y arcaico. El Mediterráneo fue la referencia geográfica que marcó la pauta de un campeonato que, en términos comparativos con respecto al de Inglaterra, le dio más protagonismo a los jugadores (en detrimento de los entrenadores), al talento (en detrimento de la disputa) y al atrevimiento (en detrimento del conservadurismo). Para atenuar ese efecto, el fútbol italiano llegó a la final mostrando lo peor de su estilo, y actuando como único y poderoso contaminante.

- La caída de dos imperios

Como este juego tiene la rara virtud de no hacer distinciones entre ricos y pobres (sino entre mejores y peores), dos potencias económicas, políticas y también futbolísticas, abandonaron avergonzadas la Eurocopa. Son dos casos distintos de decadencia. Alemania es uno de esos países que tienen mística ganadora, pero el afán de modernidad (fútbol colectivo, jugadores grandes y fuertes, intención de terminar rápido la jugada...) le hizo perder de vista la importancia del Jugador (en mayúscula, porque en Alemania se llamaron Beckenbauer, Overath, Netzer, Rummenige...). El desprecio del talento en la fase de formación, culminó con el surgimiento de muchos jugadores intercambiables como tornillos, que no están a la altura de la historia. Eso prolongó hasta la humillación la vida útil de la generación de Matthäus. Es el momento de la renovación, pero será difícil hacerla con tornillos.

Lo de Inglaterra es distinto, porque quiere cambiar y no puede. Beckham, Scholes, Owen, McManaman... representan un modo original, fresco y atractivo de ver el fútbol; pero el peso histórico del viejo fútbol inglés no tiene agilidad para un giro tan brusco.

- Autorizado para mayores

de 25 años

La confirmación de Kluivert, más voraz que nunca; la aparición de Nuno Gómez, que le puso el toque final a Portugal; la evolución de Henry, favorecido por el surtidor genial de Zidane; un poco de Totti, (que fue mucho en la final) apenas el goteo al que lo autoriza su selección; algo de Chivu, el joven lateral rumano que juega en el Ajax; muy poco de Raúl, Deisler y Owen, en consonancia con sus equipos... La Eurocopa, como los Mundiales, no suelen ser aptos para menores. Fue el triunfo de la plenitud representada por los 27 años de Figo, Zidane, Stam, Davids, Nedved...; de la madurez representada por los 31 años de Bergkamp, de Guardiola (digan lo que digan), de los admirables Maldini y Deschamps... Fue la despedida honrosa de Blanc, la tardía de Hagi y Matthäus. Así como en la pintura "el tiempo hace a la obra"; en el fútbol, el tiempo consolida al jugador... pero también lo destruye.

- El jugador de fútbol

Ahora que se completó y se hizo público el mapa del genoma humano, Zidane debería patentar el mapa del genoma futbolístico. Es verdad que no alcanzó el nivel de milagros genéticos como Di Stéfano, Pelé, Cruyff o Maradona, pero en Zidane hay un apunte de todos ellos, porque tiene metido un siglo de fútbol en su cabeza. No partió, como los cuatro dioses, con una ventaja natural definitiva, pero en el camino logró completar una sabiduría integral, que lo eleva a la condición de maestro. Ejerce en un campo de acción amplio, imprime al juego la velocidad justa, pone los balones en los lugares en que sus compañeros lo desean; tiene habilidad, panorama, coordinación, potencia, generosidad, valentía... Esta Eurocopa nos regaló la versión acabada de Zidane, un talento fascinante que nos devolvió el fútbol clásico. El mapa del genoma futbolístico, está en buenos pies.

- El equipo

La selección francesa fue, por solidez, convicción, juego, ductilidad y Zidane, la mejor del campeonato. El fútbol anticipa tendencias. Cada cuatro años, por ejemplo, la Eurocopa nos avanza la imparable tendencia al mestizaje de países como Holanda, Inglaterra y, sobre todo, Francia. En la selección francesa conviven inmigrantes de todos los orígenes, formando un grupo de gran solidez futbolística y anímica. A estas alturas, el equipo es un indiscutible símbolo de integración nacional que, además, adelanta la influencia positiva que tendrán los hijos de la colonia sobre el fútbol de algunos países. Francia ratificó la condición de potencia jugando un fútbol equilibrado, inteligente, competitivo. Ya salieron campeones del mundo sin delanteros, pero el tiempo le dará una mayor presencia atacante, porque Anelka tiene sólo 21 años y Henry y Trezeguet, 22. En cuanto a Zidane, que nadie se preocupe: es eterno.

- El partido

Final agónica, justa y digna de una buena Eurocopa. Italia no necesitó de la grosería para confundir a Francia y protagonizar un partido de verdad. Haciendo lo que más sabe, que es afear el juego de su rival, pero con la presion más adelantada, buscando a Totti como nunca y, por supuesto, encontrando a Toldo como siempre. Francia, que no sabe trabajar el partido colectivamente con el balón, como lo hace Holanda, se sintió incómoda durante toda la primera parte, y desesperada, cansada y definitivamente confundida en la segunda mitad, cuando el gol de Delvecchio puso el partido donde a Italia más le gusta. Del Piero tuvo la oportunidad de sentenciar por dos veces la Eurocopa, pero falló. Quizá porque sabe que si se impone el modelo de fútbol que representa esta Italia, los primeros que desaparecen del mapa son los jugadores como él. Francia, saludable campeón.

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