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Entrevista:Á. FERNÁNDEZ ARMERO CINEASTA

"Un chalé adosado en Pozuelo me parece terrorífico"

Pertenece a esa nueva generación de directores de cine españoles que ronda la treintena y cuyos comienzos, con veintipocos años, se hicieron cuesta arriba. Álvaro Fernández Armero (Madrid, 1969) se metió en el mundo del cine a los 24 y ya cuenta en su haber con cuatro películas que no han pasado inadvertidas. A trabajos como Todo es mentira (1994), Brujas (1996) y Nada en la nevera (1998), se añade el éxito inusitado de El arte de morir (2000) que, paradójicamente, es el primer largometraje de encargo aceptado por el madrileño. Su trama terrorífica y de suspense la ha llevado a comparaciones con Scream, del director Wes Craven. Pero Fernández Armero lo tiene claro: "Scream es comedia porque se ríe del género".Pregunta. ¿Por qué ha buscado este tema tan de moda?

Respuesta. Esta película fue de encargo, partió de un productor. Pero el guión me encantó y vi posibilidades estéticas muy golosas. No hubo más estrategia que esa. El poder demostrarte a ti mismo el oficio es bueno haciendo una película de guión de género.

P. Lo dice como si aceptar encargos esté menos valorado...

R. Me gusta trabajar como director de cine y quiero hacer algo más personal. Siempre hay un momento en que te apetece contar las cosas que te pasan por dentro.

P. ¿Su visión de la vida está asociada al terror?

R. A mí lo que más me fascina es el terror cotidiano que ve el trasfondo de las personas. En Todo es mentira quise hacer eso: contar algo no desde el punto de vista romántico sino pareciendo que los personajes se odiaban entre sí.

P. ¿Qué situaciones le parecen terroríficas?

R. Un chalé adosado en Pozuelo es terrorífico y un hombre haciendo footing un domingo.

P. ¿Quiénes son su referentes dentro del cine fantástico?

R. Me tiro más por Polansky, que tiene una mirada muy torturadora y circular y es la referencia básica para El arte de morir. Brian de Palma también me gusta, pero es más espectacular y no iba a tener dinero para hacer ese tipo de cine.

P. ¿Qué aportan directores como usted al cine español?

R. Yo estoy más cercano de mi edad para abajo que para arriba y como director creo que todavía soy adolescente. No me considero abanderado de nada, sino más bien un obrero del cine. No creo que aquí nadie vaya a contar la historia definitiva del cine español.

P. Pero sí fue abanderado del corto con su trabajo El columpio, en 1992...

R. Es increíble, no tuve pretensión de que llegara a ningún festival y sí que sirvió para que se empezara a hablar más del cortometraje. También es verdad que no se hacen más de cinco o seis buenos cortos al año.

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