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Los líderes regionales rusos rechazan la ley que les excluye del Senado

Como cabía esperar una vez que se decidió que la votación sería secreta, los líderes regionales, que monopolizan el Consejo de la Federación de Rusia, se negaron ayer a hacerse el haraquiri y a dar vía libre a los planes del presidente Vladímir Putin para reforzar a su costa el poder central. Por 129 votos contra 13, los senadores rechazaron la ley que les excluye de la Cámara alta y les blinda con inmunidad parlamentaria.

El texto vuelve a la Duma, donde previsiblemente mañana será revalidado con la mayoría de dos tercios que exige la Constitución, una barrera que ya se superó en la votación de la semana pasada.Las tornas han cambiado radicalmente desde la era de Borís Yeltsin. Entonces, el presidente se apoyaba muchas veces en los senadores frente a una Duma rebelde, dominada por los comunistas y sus aliados. Ahora es justo al revés. Tras las legislativas del 19 de diciembre, la Cámara baja es más adicta al Kremlin, mientras que la alta le planta cara, aunque sólo sea porque en ello les va a sus componentes la vida.

"Por el momento hemos parado el golpe", declaró Viacheslav Liubímov, gobernador de Riazán. "Tenemos que poner a cada uno en su lugar, incluida la Duma y el presidente", dijo Nikolái Fiodorov, presidente de la región de Chuvashia.

El Consejo tiene actualmente 178 miembros, dos por cada uno de los 89 sujetos de la Federación Rusa. Los senadores son los jefes del legislativo y el ejecutivo de cada región, que dividen su actividad política entre Moscú y sus feudos, en los que con frecuencia hacen y deshacen a su antojo. Según la ley con la que Putin pretende expulsarles de la Cámara, los nuevos miembros serán designados por los Gobiernos y los Parlamentos regionales. Estos últimos tendrán que respaldar también, en voto secreto, la elección de los primeros.

Además, el líder del Kremlin ha presentado otra ley que le permitirá destituir a los presidentes y gobernadores cuando violen la lagislación federal, y una tercera (a guisa de compensación), que dejaría en sus manos la facultad de hacer lo mismo con dirigentes de menor rango. La práctica totalidad de estos cargos son elegidos democráticamente.

Por otra parte, ayer, Ígor Malashenko, el número dos de Vladímir Gusinski, magnate del grupo Media Most, se encontró con la desagradable sorpresa de que se le impedía salir del país, aunque nadie le explicó los motivos. Finalmente pudo partir rumbo a Austria. El fiscal había impedido el día antes a Gusinski que partiese con el mismo destino, para participar en un foro económico.

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