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Haraganes y violadores

Hay documentos de cadencia establecida cuya presentación se ha convertido en todo un rito, como el informe de la Fiscalía. Y casi todos los años, al igual que ocurre con algunos textos judiciales, brota de este manantial una colección de perlas periodísticas sin que a su autor se le oculte la alta probabilidad de verlas comentadas al día siguiente.Esta vez, por ejemplo, en la página 85 se reconoce una mayor denuncia de las agresiones sexuales entre otras cosas gracias a la "propaganda feminista". Pero en la siguiente no se priva de interpretar las causas que pueden provocar tanta furia violadora, "aunque al hacerlo quizá haya personas que me tilden de retrógrado".

Escribe el redactor de este texto, por lo demás gramaticalmente deficiente, que buena parte de la culpa la tiene "la relajación de costumbres, tan propagada por los medios de comunicación social que ensalzan la vida dulce del haragán y enaltecen a quien vive de narrar sus continuos cambios pasionales...".

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Así, y en una curiosa concatenación de causas y efectos, se llega a la conclusión de que por ejemplo Tómbola, aunque sin nombrarlo, hace que nuestra la juventud "se aventure en placeres que creen poder dominar" y luego pasa lo que pasa. Por ejemplo: "¡Cuantas muchachas han terminado sus noches divertidas de fin de semana en escarceos eróticos de los que no pretendían llegar a más, y ese inicio ha enloquecido a su compañero ¿sentimental? llevándole a extralimitaciones insospechadas incluso para él!".

Como se ve, el rigor en el análisis de las causas de la violencia sexual que hace el ministerio público se aproxima más al del misterio de Fátima que al mapa del genoma. Qué ingenuidad pensar que el milenio nos iba a proporcionar otra manera de interpretar las miserias humanas.

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