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Reportaje:RAÍCES

La religión de los sentidos

Ginés Donaire

El origen de las romerías no sólo está ligado a las creencias religiosas, sino que tiene mucho que ver con la exaltación de los sentidos. Las citas marianas, que se prodigan en estas fechas en la geografía andaluza, mezclan elementos profanos con los religiosos. Acaba de ver la luz un libro que recoge los trabajos presentados en el VII Congreso de Folclore Andaluz, celebrado en Jaén y que estuvo centrado en el estudio de las romerías como manifestación del sentir popular. Numerosos investigadores bucean en los ancestros de las fiestas romeras, pero, sobre todo, reflexionan sobre las causas que llevan a exaltar las emociones humanas.Para el profesor Salvador Rodríguez Becerra, de la Universidad de Sevilla y miembro de la Fundación Machado, el júbilo o alboroto que se crea en torno a las romerías se explica "por lo que de ruptura de lo cotidiano tiene toda la fiesta, por la suspensión o relajamiento de muchas normas sociales, por la complacencia de estar con la familia y los amigos, por el encuentro con la naturaleza, por vivir situaciones y emociones nuevas o revivir otras del pasado; en definitiva, por el goce de vivir".

A su juicio, las fiestas en general, y las romerías en particular, suponen también una ocasión para la exaltación de las artes plásticas y musicales: la danza, la canción y la poesía. Además, se da la exaltación de la reciprocidad y del comensalismo con los placeres de la comida y bebida.

Los investigadores coinciden en apuntar la importancia que la permisividad en los comportamientos sexuales ha tenido en el encubramiento de las romerías. Según Rodríguez Becerra, son una ocasión "para la exaltación del erotismo, trasgrediendo las normas sociales, gracias al amparo de la noche y al aislamiento de los parajes donde se asientan los santuarios".

Sirvan como ejemplo las condenas que el cardenal Segura hacía en la primera mitad de este siglo de los "excesos" que se cometían en la romería del Rocío, o en la otra gran romería andaluza, la de la Virgen de la Cabeza.

La tradición oral, la literatura y la investigación histórica y antropológica atestiguan la creencia en la fertilidad de los que acuden a los santuarios y la gran aceptación que ciertas romerías tenían y tienen entre grupos marginales por encontrar en ellas una ocasión para liberarse de sus tendencias reprimidas socialmente. De igual modo, los investigadores consideran probada la relación entre el aumento de niños expósitos y las fechas de ciertas romerías.

Pero es la exaltación religiosa la que, sin duda alguna, cobra un mayor protagonismo en las citas marianas. Los milagros son expresión del poder de la imagen y a ella acuden los necesitados en busca de soluciones. En la romería del Rocío, por ejemplo, es difícil imaginar una jornada nocturna y diurna en la que se exalten más los sentimientos religiosos y, simultáneamente, los estéticos. "La procesión es una negación simbólica del orden social establecido. Los jóvenes se rebelan contra la autoridad, incluso contra la de la hermandad, y poseen el símbolo durante las horas que dura la procesión sin recibir órdenes de nadie", manifiesta el profesor Rodríguez Becerra.

En cuanto al origen de las ermitas y los santuarios andaluces, éstos están ligados al hecho repoblador y de conquista. "El marianismo dominaba los sentimientos religiosos de los conquistadores -al menos de sus cuadros de mando-, de forma que la mayoría de las mezquitas principales o aljamas de las ciudades fueron puestas bajo la protección de la Virgen María, y los propios reyes conquistadores, Fernando III y Alfonso X, entre otros, participaron en la creación de santuarios marianos, como son los casos de la Virgen de los Reyes de Sevilla, de las Huertas en Córdoba y de las Rocinas en Huelva", subraya Rodríguez Becerra.

De los primeros testimonios escritos de romerías en la comunidad andaluza destaca el de la Virgen de la Cabeza, en Andújar (Jaén), que ya se celebraba en el siglo XIV, y que en el XVII constituía una de las aglomeraciones más notables de devotos en torno a una imagen. Tanto es así que hasta el propio Cervantes llegó a escribir en Los trabajos de Persiles y Sigismunda: "El lugar, la peña, la imagen, los milagros (...) la hacen famosa en el mundo y célebre en España".

La influencia musulmana

La música y la danza configuran los principales elementos estéticos de las romerías. El investigador Enrique Gómez Martínez, consejero del Instituto de Estudios Giennenses, manifiesta que "es evidente la influencia musulmana en la danza y música de las romerías andaluzas". Cita a modo de ejemplo la característica que presidió durante siglos la presencia de moriscos en la romería de la Virgen de la Cabeza de Sierra Morena.Entre las danzas más peculiares destaca la que tiene lugar todos los años en la romería de la Virgen de la Peña en la Puebla de Guzmán (Huelva). Se trata de una danza guerrera de origen castellano que llegó a Andalucía en tiempos de la Reconquista. No menos extendida está la presencia del fandango, en sus múltiples manifestaciones (verdiales, malagueñas, bandolás..) y de las sevillanas, seguidillas derivadas del fandango.

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