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Tribuna
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Turismo posconciliar

Allá por los años cincuenta un grupo de apologistas de Acción Católica organizó una excursión a Lourdes y a modo de talismán incluyó en el equipaje el brazo incorrupto de Santa Teresa. El problema surgió cuando, en los Pirineos, los guardias de aduanas preguntaron a los excursionistas qué tenían que declarar y ellos respondieron muy ufanos que un brazo disecado. Los agentes, después de numerosas y arduas consultas y el consiguiente retraso, acordaron incluir el extraño bulto en la categoría de Salazones y Adobos y permitir su entrada en el país.Ahora, gracias a la Europa común, las reliquias pueden circular de un lado a otro sin que supongan quebraderos de cabeza para los guardias de fronteras. Esta absoluta libertad de movimientos, sin embargo, ha llegado tarde para los socios de grupos prehistóricos como el de Acción Católica pero no en cambio para otras asociaciones de exaltación mariana, como la Consejería de Turismo y Deportes.

No, no me he equivocado. La Consejería de Turismo y Deportes es una de las agrupaciones devotas más activas en nuestra comunidad, y su fervor en restituir cofradías, favorecer a hermandades o restaurar ignotas romerías es parecido al de los Oradores Nocturnos, sólo que con un sentido más prágmático. Su última actuación ha consistido en prestar ayuda a una cofradía de Granada para hacer una exhibición en el Vaticano. Allí fueron con su imagen, sus porteadores, nazarenos, ciriales, vestiduras, ropones y estandartes.

El propio consejero de Turismo y Deportes, el andalucista José Hurtado, participó activamente en el desfile. Las imágenes del consejero, con su báculo de mando, detrás de los penitentes, y rodeado de sus colaboradores, parecen proceder del fondo de la historia, de ese remoto estrato geológico en que los poderes públicos desfilaban del brazo, bajo palio, de los religiosos.

Junto a Hurtado, que luce una sonrisa satisfecha, posan un cofrade; el presidente de los empresarios granadinos, Gerardo Cuerva; el concejal de Cultura y Turismo de Granada, Jesús Valenzuela, y la delegada en Granada de la consejería, Rosario González. Por delante, claro, iba el arzobispo. La cara de perplejidad de los romanos, ante semejante desfile, fue cosa de ver, según los testigos Algunos espectadores debieron pensar que se trataba de una caravana publicitaria, pues trataron de comprar las camisetas que lucían los hermanos costaleros. Supongo que el asombro se asemejaría al del funcionario de aduanas francés que revisó la santa mojama y le concedió, confundido, el mismo trato que a la cecina de León.

Así las cosas, no es casualidad que José Hurtado sea licenciado en Estudios Escolásticos, doctor en Teología y Antropología y autor de libros sobre la Semana Santa. Es un currículo plenamente coherente con las competencias de consejero andaluz de Turismo y Deportes. Quizá un día sea obligatorio que sus delegados en provincias, además de pertenecer al Partido Andalucista, tengan nociones tomistas, defiendan las tesis ontológicas de San Anselmo y entonen himnos de gracia en latín subbético. Todo sea por el turismo. ¿O es deporte?

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