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Sicario matinal, santo de tarde

Un puñado de figurantes de los actos del Corpus de Valencia, que se celebran desde hace 645 años, volvieron a escenificar ayer un caso de doble personalidad que haría las delicias de cualquier psicoanalista. Por la mañana, en la cabalgata presenciada por cerca de 5.000 espectadores, desfilaron en el grupo de La Degolla vestidos de sicarios de Herodes, con pinturas de guerra en las mejillas y repartiendo mamporros con sus trancas de plástico. Pero a media tarde recorrieron las mismas calles ataviados con túnicas, barbas postizas y aspecto beatífico para encarnar a la galería bíblica de santos y profetas. Eso sí, uno de estos pluriempleados de la festa grossa, Vicente Martí, reconocía que se lo pasa mejor representando el papel de esbirro matinal por el chaparrón de cubos y palanganas de agua que les arrojan desde los balcones de la calle de Cabillers. Al son del tabalet y la dolçaina, los figurantes de la cabalgata bailaron una año más las célebres danzas medievales, como la de La Moma. Los actos recobraron la solemnidad con la procesión vespertina, presidida por el gran catafalco de la custodia que volvió a quedar cubierto de pétalos.

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